Hace buenos meses que vengo insistiendo, en que este es un gran año para el USBM. Posiblemente, hace algunos años, la bandera de este movimiento la portaba Nachtmystium; era la banda indiscutible, la más vanguardista de la escena y la que dio las pautas para una revolución y renovación del black gringo. Tal vez estoy siendo un poco exagerado en mí apreciación, pero es un hecho que el black metal gringo tiene un antes y un después con relación a Nachtmystium; Blake Judd le dio el sentido de “post”, un sentido de contemporaneidad.
El USBM ha ido evolucionando y mutando. Hace una década, el black metal era incipiente en los Estados Unidos, las bandas que había a principios del 2000 no eran tomadas en serio, salvo alguna que otra excepción. Muchas bandas de las primeras generaciones, tenían toda la pose black, pero en definidas cuentas, eran un death metal con aires black. Ahora, casi una década y media después, nos encontramos con que la escena del USMB, es una escena ya bien consolidada, con bandas y estilos cada vez más diversos. Es una escena que pese a todas sus diferencias y variedades, tiene una identidad propia y definida. Muy diferente a la escandinava y europea en general.
Siguiendo en esta línea, les presento algunas de las nuevas propuestas del USBM que me sorprendieron en estos últimos meses:
Pestifere – Hope Misery Death (2016)
Uno de los discos que más estuve esperando. Procedentes de Minneapolis, Minnesota, esta banda nos presenta un excelente black metal.
Black metal, melódico, virtuoso y oscuro, como debe ser. Por momentos me hacen un poco de recuerdo a Dissection en especial en algunos riffs, pero guardando las diferencias, Pestifere tiene su propia línea. Fundamentalmente ortodoxo, alterna de manera efectiva riffs bien tirados al thrash metal y al death melódico, muy bien trabajados. Y estas partes, son las que precisamente le dan la intensidad al disco.
Las partes más ambientales, se abren a otro plano, con atmósferas y solos muy bien desarrolladas y partes que incluso podrían rayar sutilmente en lo progresivo.
Un disco que vale la pena escuchar.
Mavradoxa – Sojourners (2016)
La banda más interesante de estas tres recomendaciones. Procedentes de Rochester, New York, esta banda creo que podría definirse plenamente como post-black.
Inevitablemente nos recuerda a Agalloch. No es tan oscura, pero tienen es onda post-rockera. Las melodías y los riffs son más sueltos, lo que hace que las canciones se abran y sean más libres.
Y es que como decíamos muchas veces, el black es un género que está en constante dinámica y evolución, es un estilo que sigue incluyendo y fusionando diversos estilos bajo un género más amplio. Así pues, en este disco, no debe sorprendernos escuchar riffs y melodías que fácilmente nos pueden sonar al alternativo o al post-punk.
Esta banda es además, una muestra de la consolidación del sonido de New York, que poco a poco se va consolidando, como una escena que ya empieza a tener un sello propio.
Dato extra, no se debe dejar pasar el extraordinario trabajo de la baterista Monica Finger, excelente!!!
Anosia – Angel’s Harvest (2016)
Esta es una banda de Raleigh, North Carolina. Bueno, asumo que es una banda, pero en realidad no me sorprendería que sea un proyecto en solitario. Digo esto, porque prácticamente no existe ninguna información sobre esta banda, salvo referencias a dos demos anteriores y a este álbum debut.
Este disco, tiene cosas diversos elementos que se contrastan entre sí. Como lo dicen ellos mismos en su Bandcamp, la banda va desde el Black, hasta el dark ambient, pasando por lo sinfónico. Y pareciera que así es.
Las partes más blackeras, como por ejemplo la Burning Witch And Pale Blue Sky Pt. 1, me hacen recuerdo a ese black tipoSatyricon del Dark Medieval Times, que tiene ese ambiente frío, oscuro y siniestro, pero que en este caso con la incorporación de ese coro femenino, le da un aire hasta glorioso.
Por otro lado, tiene partes muy ambientales, se escucha la lluvia o el canto de aves. Tiene otras partes más ambientales, tiradas al neoclásico y otras, que me animaría a decir que rayan en lo contemplativo. Una combinación interesante.
Lo único que no me gusto de este disco, es la batería programada que usan en algunas de las canciones. Es precisamente mucha máquina, es una marcha muy mecánica, no hay pausa y las canciones no terminan de respirar.