Heridas Abiertas funciona como un homenaje explícito al metal melódico de finales de los 90, pero filtrado por la mirada de una banda sudamericana que apuesta por la experimentación y el detalle. Su duración puede resultar abrumadora para algunos, pero quienes se tomen el tiempo de recorrerlo completo encontrarán un trabajo denso, coherente y emocionalmente cargado, que deja claro que Anima tiene aún mucho que aportar a la escena del Metal, dentro y fuera de Bolivia.
Portada Heridas Abiertas
18 años pasaron desde el lanzamiento del álbum debut y homónimo de Anima, que se caracterizaba por su riqueza sonora, fluidez musical y su búsqueda de autenticidad, por cierto un trabajo muy aclamado no solo en la escena local paceña. Con Heridas Abiertas, lanzado oficialmente este pasado 17 de diciembre, la banda boliviana entrega un disco tan ambicioso como intenso, profundamente marcado por la escuela de Gotemburgo de los años 90 y a la vez fusionando otras influencias. Guitarras melódicas, riffs afilados y una atmósfera oscura y emocional se combinan con el contraste entre las voces limpias (sobretodo femeninas) y los growls masculinos, construyendo un sonido que se mueve con soltura entre la furia del death metal y pasajes mucho más íntimos y melancólicos.
Toda la música está compuesta y producida por Boris Algarañaz, quien en Ecos Estudios (de su propiedad), es acompañado por el resto de la banda (músicos de reconocidas bandas de la escena local) mientras que las letras, todas ahora en español, corren principalmente a cargo de Patricia Jordán, con aportes puntuales de Diego Machicao en temas como Fantasma y Fotografía. Ambos parte de la banda desde el día cero, se encargan nuevamente de sus melodías vocales y experimentan con interesantes efectos.
Arte para ‘Caída Libre’ © José Jordán Fotografía
El resultado son 15 temas y una duración total de 84 minutos (siendo cuatro de ellos de más de siete minutos): un álbum muy extenso para el género. Se siente claramente que el productor, inquieto y extremadamente creativo, no quiso sacrificar ninguna idea; en vez de condensar, decidió mostrarlo todo. Para el oyente esto significa un recorrido exigente, pero también un universo rico en matices y detalles a descubrir.
La actual alineación incluye a los guitarristas Jaime Zambrana (Undead), Camilo Espinoza (Haller); el bajista Iván Suárez (Umbra); los bateristas Fernando Sarmiento (A Dark Performance) y Sergio Duran (The Samhain), cada cual con su toque personal en varias de las quince canciones.
Heridas Abiertas se mueve entre esos ataques directos de death melódico y momentos de reposo que coquetean con la balada oscura, por momentos cercanos a la sensibilidad de bandas como Lacuna Coil o The Gathering. La voz limpia se adueña de los estribillos y de los clímax emocionales, mientras los growls aportan el peso y la agresividad necesarios para anclar el sonido en el terreno más extremo. La producción es de altísimo nivel, alineada con los estándares internacionales actuales: todo suena claro, potente y profundo, sin caer en la frialdad de una mezcla excesivamente pulida.
Dos años luego del primer disco, volví a hacer nuevas canciones. Ese proceso creativo duró cuatro años, con 10 canciones, pero casi ninguna vio la luz. Trabajaba como ingeniero industrial arduamente hasta que llegó el 2016, decidimos que debía dedicarme por completo al estudio. Pasaron otros tres años para hacer nuevamente música. Es ahí que en plena pandemia nace Fotografía, la grabamos todos desde nuestras casas (excepto la batería). Luego todas las canciones fueron apareciendo de forma paulatina. Sólo “El Regreso del Origen” viene de aquellos 10 temas olvidados. En Anima, todos tenemos trabajo, familia y algunos temas de salud nos obligaron a hacer varios recesos entre canciones.
La faceta más experimental del productor, sobresaliente trabajo de los teclados interpretados por él, se hace evidente en piezas como Debajo de la Mesa (primer single), que arranca con un extensa intro electrónica de fuerte carga ambiental, casi a lo Tangerine Dream, antes de que entren las guitarras. Ese tipo de riesgos, ya sea a través de texturas electrónicas, interludios atmosféricos o giros inesperados en la dinámica, ayudan a que el disco no se quede en un simple ejercicio de estilo noventero, sino que expanda ese lenguaje hacia territorios más personales. Se lanzó el lyric video de este tema, producido por José Jordán de Martillo Producciones, quien se encarga además de todo el artwork y la fotografía para el álbum, y entrega un arte muy acorde incluso a cada tema.
En Heridas Abiertas el punto más contundente de conexión con el oyente está en las letras en español, las cuales invitan a una escucha más profunda y a leer el disco casi como una obra conceptual. En esta oportunidad Patricia (con aportes puntuales de Diego y quien en el álbum debut las escribió en su mayorías en inglés) construye un universo denso, perturbador y cargado de surrealismo, donde imágenes cotidianas –cuartos, roperos, árboles, ventanas, muebles– se transforman en contenedores de trauma y fantasmas internos.
En temas como Tus entrañas, Árboles viejos, Los Alambres Obligados (con un riff difícil de olvidar), Cristal (aquí los teclados son interpretados por Elisa, la hija de Patricia y Boris) o Melodias Bizarras; el espacio doméstico se vuelve constantemente amenazante: el tiempo no existe, las paredes crujen, el suelo “respira”, los espejos temen su propio reflejo y los cuerpos aparecen en fragmentos, como medias siluetas o “retazos de fantasmas” tirados en el piso. Una y otra vez aparece la imposibilidad de expulsar lo vivido: el cuerpo como cárcel, la casa como caja de resonancia claustrofóbica para violencia, miedo y vergüenza.
Arte para ‘Los alambres obligados’ © José Jordán Fotografía
Canciones como De madrugada, Adiós (ambas con un maravilloso teclado que transporta a una extraña pista de baile) o Pasos magullados (tema intro podcast del Abismo) condensan estos motivos en escenas sofocantes de una noche aparentemente normal, donde el abuso, los gritos ahogados, las heridas abiertas y el deseo de escapar solo se sugieren a través de imágenes. “Cada minuto amenaza con el suicidio del futuro”.
Debajo de la mesa, La espada pegada a la ventana y Noche al revés (con Christopher Fletcher, vocalista de Lilith como invitado) llevan ese lenguaje aún más lejos, hacia un territorio abiertamente surreal: debajo de mesas, detrás de puertas, enterrada en sábanas, o en un “océano del tiempo frágil” surgen mundos paralelos que se parecen al cotidiano, pero son “más insanos” y donde los personajes existen apenas como sombras de sí mismos.
Los textos de Diego en Fantasma y Fotografía amplían el cuadro hacia paisajes espectrales, agua, niebla, puentes y fotografías antiguas: espacios de memoria donde los ausentes siguen respirando.
Reaparece constantemente el motivo de la disolución, en temas como Caída Libre –“no hay nada, eres nada, somos nada”–, como si la identidad, el tiempo y el cuerpo se deshicieran en pedazos. Recién en el cierre, El regreso del origen (el temás más largo), asoma una contraimagen tenue, cuando los corazones “se dan la vuelta y se conectan” y del caos parece insinuarse un nuevo punto de partida. Leídas así, las letras funcionan como un ciclo unido de pesadillas, recuerdos fragmentados y monólogos internos que esquivan por completo los clichés típicos del Metal y le dan a Heridas Abiertas una profundidad literaria muy poco común en el género.
Cuerpos marcados, espacios domésticos que se deforman, fantasmas íntimos, heridas físicas y emocionales, y una cotidianidad que se desfigura hasta volverse absurda. La sensación de trauma, encierro y fragilidad recorre el álbum entero, reforzada por imágenes potentes: árboles que se parten, fotografías congeladas en el tiempo, noches dadas vuelta, fantasmas de montaña y regresos al origen.
