Bolivia es un país que tiene una escena musical muy pequeña y muy inestable, las bandas no duran mucho y las que lo hacen pues, tocan siempre las mismas canciones, como Llegas y Octavia, notables anomalías de longevidad, bandas sonoras para borrachos, como alguna vez leí por ahí. Por lo usual, las bandas sacan un disco y luego desaparecen, Climax sacó varios sencillos y luego un disco, para desaparecer en el torbellino de la inestabilidad, pero este álbum es una de las joyas perdidas del rock progresivo y un hito en la música boliviana.
La banda se forma más o menos en 1968, es la época de los ideales, la explosión del pop rock y de la psicodelia; todo el mundo quería agarrar una guitarra y emular el éxito de los Beatles. Como suele suceder en los grandes grupos, Climax es una combinación de talento y fuerza: Pepe Eguino, reconocido como uno de los mejores guitarristas de Bolivia, es un reputado músico de estudio; Javier Saldías, uno de los músicos más destacados de esa escena musical, también fue parte de Luz de América, otra banda representativa del rock boliviano, aunque con un sonido más bailable; Álvaro Córdova, también galardonado como uno de los mejores bateristas de Bolivia, un músico versátil que pudo hacerse un nombre como instrumentista en el mundo del jazz. Esos tres talentos, grabaron y compusieron, tal vez, la obra cumbre del rock progresivo en Bolivia.
La placa comienza con Pachacutec (Rey de Oro) y se destaca de inicio la brutalidad del grupo, la presencia dominante del bajo y una percusión al estilo Santana, que también es una de las principales fuentes de inspiración para Eguino, y de otros músicos de la escena local, como Carlos Daza guitarrista de Wara. Aquí el trabajo de Córdova es extraordinario y la canción va progresando en un riff memorable. Claro que las deficiencias técnicas son muy notorias, pero no le restan mérito al disco. Las canciones son complejas y tienen secciones muy variadas, aunque a veces las transiciones no están muy bien logradas, los músicos muestran bien que pueden integrar diferentes elementos, retomando las secciones progresivas de Led Zeppelin, la ferocidad de Cream, los ritmos latinos a lo Santana, mezclados con esa complejidad propia de ELP.
Transfusión de Luz, sigue con el mismo mythos, la guitarra resalta y las voces le dan un inevitable toque psicodélico, pero más estridente, siguiendo la veta inaugurada por The Who y la Jimi Hendrix Experience, los padres de violencia escénica y del sonido potente que augura todo lo que será el metal. Aquí Eguino le mete un solo francamente memorable y no deja de impresionarme el crudo trabajo de la batería. Es un disco caótico, tiene un sonido sucio, casi decadente, hasta podríamos decir que se trata de un proto-metal en potencia. Es una pena que ninguna banda en Bolivia haya seguido por esta vía.
Cuerpo Eléctrico – Embrión de Reencarnación, es la canción que cierra el primer lado en la versión LP, tiene una estructura mucho más melódica; a mi me deja pasmado, porque es tan inusual escuchar tanta fuerza en una banda boliviana y más aún estando en los setentas. Nadie tenía ese sonido; el rock boliviano es bastante empalagoso y yo lo tildaría de marica, sin ninguna pretensión homofóbica. Me parece que es demasiado pusilánime, y la tragedia es que Climax es solo una anécdota. Cream, en su momento, fue la banda más reputada y valorada de la escena británica, porque sus músicos sobresalían por su destreza técnica, llevando a la banda a un choque de egos que terminó destruyéndola. Lo mismo pasó con Climax.
Gusano Mecánico abre el segundo lado; es tal vez la canción más interesante del disco, tiene una progresión muy atípica; se siente mucho las reminiscencias de Tarkus, la canción épica de ELP, ese armadillo mecánico cuya referencia no es casual, con algunos elementos muy similares a Pink Floyd con ese sonido casi barrettiano, aunque lo que cambia el panorama y le da su estilo único, es sin duda la batería de Córdova; qué manera de golpear, es una máquina imparable. Creo que es el mejor músico de la banda y es lo que explica porque el grupo no pudo funcionar sin él. Pero todo su talento y potencial, sale a relucir en Prana – Energía Vital, el solo de batería. Yo recuerdo, cuando era muy chico y descubría este disco, esto me sonaba mucho a una mezcla de Mitch Michell con Ginger Baker y algo de Ian Paice. Sigo teniendo la misma impresión, es realmente un animal.
Cristales Soñadores cierra el disco, no sé quién toca los teclados, no hallé referencia alguna en ningún lado, aunque es probable que sea Nicolás Suarez, pues la banda sale de gira con él, pero sin Álvaro Córdova, sellando así el destino de la banda. Es una canción melódica, como para cerrar bien el viaje y aquí si siente más la influencia de John Mclaughlin. Aunque la banda menciona a notables referentes del jazz fusión de los setenta, tendencia que inicia Miles Davis con su periodo eléctrico, colaborando con Herbie Handcock, Billy Cobham, músicos a las cuales Climax alude como inspiración, el disco (hasta por la tapa) está más dentro del espectro de ELP.
Volver a escuchar este álbum es transportarme a un tiempo remoto el cual estaba descubriendo la música. Me sentía fascinado por cada hallazgo y como era complicado conseguir material, pues escuchaba una y otra vez los mismos discos. Si mal no recuerdo, el 2002, la banda por fin se reunió y salió en CD: Climax de Colección, que contenía este LP, junto con todas las canciones que el grupo grabó, incluyendo covers de Steppenwolf, Jimi Hendrix, Cream, con algunas canciones originales como El Abrigo Café de Piel de Gallina y Ritmo de la Vida. Son buenos recuerdos y grandes momentos, aunque no deja de ser una pena que esta banda nunca haya sacado más material. Es parte del talento desperdiciado de este país absurdo, inestable y conflictivo. Para quienes quieran escucharlo, el disco esta disponible en Spotify. Mención especial para el arte del disco, durante años estuve fascinado por la portada, aunque el CD no la restituye y tiene un sonido bastante opaco, un trabajo de remasterización no estaría mal; aunque quién sabe dónde estarán las cintas originales.
Excelente reseña como siempre querido George. Este disco de Climax, además de su excelente arte, suena realmente bien. Cuan necesarios se vuelven estos artículos para poder “descubrir” recién esto con vergüenza… jejeje
Abrazos!!!!
El piano en Cristales Soñadores lo toca el guitarrista Pepe Eguino
Más que un disco conceptual me parece uno experimental, lo mejor es la batería. Hay pasajes que se siente que les falta el instrumento solista, con todo, comparado con lo que se hacía en Bolivia en esa época es un buen disco.