Si tuviera que escoger un disco, para escucharlo por el resto de mi vida, ese sería el Made in Japan. Siete canciones que definen mi existencia, siete canciones a las que siempre vuelvo, siete canciones que hasta ahora me siguen sorprendiendo. Con este disco tengo una relación demasiado íntima; es el disco que me define como persona, es una constante en mi vida, es mi absurda fascinación por Deep Purple. Esa fotografía que expresa brutalidad, ese marco dorado, y al interior el sol naciente, cinco integrantes y el público. En ese entonces ni siquiera concebía la posibilidad de un disco doble. Es mi conexión con un género, con una banda y con una época. Es lo mejor que tiene Deep Purple, es quizás el mejor disco en vivo, porque aquí no hay trabajo en estudio, aquí no hay arreglos es tal cual, sonada la banda, siempre al amparo de la producción impecable de Martin Birch.
Para 1972, Deep Purple era una de las bandas más reputadas del Reino Unido, y estaban reconquistando el mercado estadounidense, el Machine Head fue un éxito a todo nivel y les otorgó un himno atemporal: Smoke on The Water; ahí la banda alcanzó la inmortalidad. Esa sólida reputación en vivo y el éxito comercial, atizó la demanda por un disco que logre capturar la brutalidad de la cual hacían gala, y varios bootlegs circularon en el mercado negro, quizás el más conocido es el Live in Aachen 1970, que contiene una de las mejores versiones de Mandrake Roots, es un testimonio invaluable de la fuerza que la banda tenía en escena; el sonido no es el mejor, pero queda como testimonio y llenaba un vacío. Huelga decir que la banda no estaba muy contenta con el asunto, pero tampoco estaban muy entusiasmados con la idea de grabar un disco en vivo, por las dificultades técnicas que conlleva la faena.
Para su primera visita al Japón, el promotor sugirió grabar un disco en vivo, como un recuerdo para los fans. La banda aceptó, pero puso sus condiciones: 1) ellos llevaban a su ingeniero de sonido, 2) ellos supervisaban la mezcla de las cintas, 3) solo serían comercializadas en el Japón y 4) si el producto no era de su agrado podrían disponer de las cintas como bien lo quisieran. Cerrado el acuerdo, se concretaron tres fechas, 15, 16 y 17 de agosto de 1972, dos en Osaka y una en Tokio. La banda no sabía que esperar, fueron recibidos con tal entusiasmo que la idea del disco en vivo se impuso por sí sola. Lo que debía ser solo un recuerdo, un material destinado al olvido, se convirtió en una de las presentaciones más legendarias, muchas veces imitada, aunque jamás igualada, pues lo que resalta es la calidad de las cintas, hasta la banda se vio sorprendida, por ello aceptaron publicarlas en Europa y luego, en 1973, después de la salida del Who Do You Think We Are, en los Estados Unidos. Fue un éxito absolutamente demoledor.
Parte del éxito se lo atribuye a dos cosas, la banda insistió en el nombre del disco, para resaltar que se trataba de un producto de calidad inferior, y fue comercializado con el precio de un disco simple. Fue una estrategia brillante, teníamos dos discos por el precio de uno, con lo mejor de Deep Purple, y con una extraordinaria calidad de sonido. Yo le tengo mucho cariño a la mezcla original, da la impresión que fue grabado en estudio; el público japonés siempre respetuoso solo emitía señales de admiración al terminar las canciones, por eso se escucha con una perfección absoluta cada instrumento, en un equilibrio maravilloso que solo Martin Birch podía lograr. La única variante con relación al set original, fue intercambiar Child in Time con Smoke on the Water, simple y llanamente porque así cabían mejor en el formato vinilo, solo veinte minutos por lado. El resultado final, es un disco legendario, un referente para muchas bandas, como Metallica, Dream Theater o Iron Maiden, es el disco que más escucho, de la banda que más venero, porque ahí está lo mejor, la banda en todo su apogeo y es el disco que cierra la etapa Gillan.
Con el tiempo, muchas ediciones surgieron; en 1988, salió la primera versión en CD, con ese sonido super plano tan característico de los discos compacto de primera generación. A principios de los 90, se anunció con cierta pompa que las cintas originales fueron encontradas y ahí estaba todo, desde el good morning de Ian Gillan, hasta las palabras finales del promotor, las tres noches en su integralidad. En 1993, salió el Live in Japan, disco triple que restituía casi por completo las tres noches, aunque el remix de Darron Godwin no fue de mi agrado, el bajo es casi inaudible, rompiendo con la armonía pulcra del disco. En 1998, salió la edición por el vigesimoquinto aniversario de la banda, con sus ligeras variantes del mix original, se eliminaron los silencios entre las canciones, para darle cierto aire de continuidad, aunque perdimos el Ian Paice on the drums, YES, después del legendario solo de batería, y que nunca más fue restituido, pero obtuvimos un segundo disco: los encores. Black Night y Speed King del 17 de agosto y Lucille del 16, extraordinaria adición.
En 2014, finalmente obtuvimos lo ansiado, la restitución de las tres noches en su formato original, tal cual fueron interpretadas en ese lejano agosto de 1972. Fue un sueño hecho realidad, al fin lo teníamos en formato físico y digital. El primer disco, del ambicioso cofre, fue un remix de Martin Pullman, y suena bastante bien, el segundo disco es el mix original, aunque se eliminan los silencios entre las canciones, que es parte del carisma original del vinilo; los tres discos siguientes, son las tres noches en Japón: Good Morning, Osaka 15 de agosto, Next Week We’re Turning Professional, Osaka 16 de agosto y Can We Have Everything Louder Than Everything Else? Tokio 17 de agosto. El cofre también incluía un sexto disco con los encores, Black Night y Speed King de la primera noche, Black Night y Lucille de la segunda y finalmente, Black Night y Speed King de la tercera, un DVD con un documental muy bien logrado, un mini disco con los singles que salieron en Japón, Smoke on the Water en sus versiones en vivo y estudio, editadas para el formato radio.
Qué más podíamos esperar, ahí lo teníamos todo; era la edición definitiva y ahora para el quincuagésimo aniversario de la banda, tenemos una nueva reedición. Lo más llamativo, es el remix de Steven Wilson. Para la edición del 2014, las diferencias entre el remix y la edición original no eran muchas, y podían pasar desapercibidas. Aquí es más perceptible y no estoy seguro si me gusta, y entiendo por qué estos remixes pueden causar controversias. Cuando uno tiene una relación tan estrecha con un disco, uno está acostumbrado a un sonido, y ahora que suena diferente, ciertamente desestabiliza. Además, en un disco que de por sí, sonaba muy bien, mucho ya no se puede hacer. Lo que se percibe en la edición del Wilson es un mejor equilibrio entre los instrumentos, los teclados suenan con más fuerza; aunque era innecesario, para las personas que no tenían la edición del 2014, ahora es la oportunidad perfecta para obtener las tres noches en su integralidad, porque no hay nada tan fascinante como escuchar esos conciertos, y asistir a la evolución de las canciones noche tras noche, es absolutamente maravilloso.
Para le edición original, la primera noche fue descartada, porque la banda suena cansada y solo Smoke on the Water quedó en el corte final, porque solo ahí Ritchie Blackmore tocó bien el riff inicial, más me hubiera gustado que Steven Wilson realice un remix de las tres noches, aquí lo hace Richard Digby-Smith y no suena muy diferente a la versión del 2014. El concierto en Tokio fue el mejor, pero en las cintas originales se percibe un eco, propio de la acústica del lugar y fue descartada, aunque dos canciones quedaron, The Mule y Lazy. Las demás, salen de la segunda noche, por la calidad del sonido. Son las versiones que todos recordamos, porque superan por mucho a su contraparte en estudio y el Made in Japan pasa a la historia como un documento imprescindible, quizás el único disco que representa mejor el legado de Deep Purple.
Por lo demás, el set abre con Highway Star, la historia es bastante conocida, un reportero le preguntó a Ritchie Blackmore, cómo hacen para componer canciones, en eso el guitarrista improvisó un fraseo y Gillan una melodía vocal. La versión original, probablemente tiene los mejores solos jamás grabados. La versión en vivo es pura fuerza bruta, demoledora de principio a fin y con esto Deep Purple recibe bien, el apelativo, de ser un pionero del heavy metal.
Child in Time, es uno de los himnos de los años 70, es casi inverosímil el trabajo vocal, es increíble como Gillan sube de tono hasta llegar a notas sobrehumanas; a la larga, esa manera de cantar, le pasó factura. Imposible sostener esas notas con el paso del tiempo, y aquí, en la versión del Made In Japan, está el mejor solo de Ritchie Blackmore. Es una de las primeras canciones, concebidas por el Mk II, construida sobre la melodía de Bombay Calling, la canción de It’s a Beautiful Day, se convierte en una obra épica reflejando la consternación ante la Guerra Fría. Si Deep Purple debería ser recordado por una canción, es por esta.
Smoke on the Water, quizás la más emblemática de todas las canciones de Deep Purple, con ese riff inconfundible y que todos tratamos de emular en algún momento, en su versión en vivo se vuelve colosal, cobra cuerpo y adquiere fuerza. Según lo que cuenta el propio Ritchie Blackmore, es la melodía de la Quinta Sinfonía de Beethoven interpretada al revés. Simple pero eficaz, es el espíritu del Rock & Roll.
The Mule, retrabajada para ser el vehículo del solo de Ian Paice, es una bestialidad. La fuerza que tiene la banda es inconcebible, lo que hace Paice es demencial. Aquí claramente se refleja por qué Paice es uno de los mejores bateristas de su generación, para mí es el mejor, aunque claramente opacado por la exuberancia de Keith Moon y la fuerza bruta de John Bonham. Todo en esta canción es legendario, desde la introducción de Gillan, que le da nombre a un disco de Motörhead, Everything Louder than Everyone Else, pasando por el riff de guitarra y órgano, el bajo colosal de Roger Glover, tocando como un enajenado (algo bastante inusual, por cierto) hasta el solo de batería de Paice y las palabras finales de Gillan, que tampoco fueron restituidas en la versión del Wilson.
Strange Kind of Woman, con ese interludio guitarra / voz, las proezas vocales de Ian Gillan, la maravillosa sección rítmica de Glover y Paice, y los teclados roncos de Jon Lord, sin olvidar el grito demencial al final, era un gran momento en los conciertos. Una canción que no fue parte del Fireball, aunque la incorporaron en la versión U.S. porque se convirtió en un éxito, y es una de las canciones más representativas del lado blusero de Deep Purple.
Y hablando de blues, Lazy comienza con esos teclados surrealistas de Jon Lord, ese sonido tan único, tan fuera de lo común. Nadie nunca pudo siquiera acercarse a lo que Jon Lord podía hacer, y en vivo, era incluso más ruidoso que la guitarra de Blackmore. Es la banda en su cúspide, y si bien el Mk III, tenía mucho de esta brutalidad, no tenemos un documento similar y sigo esperando que el Made in Europe sea reeditado, remezclado y que los tres conciertos finales sean publicados en su integralidad, pero tal parece que las cintas originales están perdidas para siempre. Me encantaría que Steven Wilson pueda remezclar ese disco.
Space Truckin’, en esta versión, es mi canción favorita y jamás me cansaré de escucharla, veinte minutos de pura demencia, incorporando la sección instrumental de Mandrake Roots, con sus colosales solos de teclados y guitarra, es la perfección disonante y caótica en su más cruda esencia, es mucha fuerza. Termina la canción, hay unos segundos de silencio, hasta que el público ruge, saliendo del shock inicial. Cómo no quedar impresionado, por la calidad sonora de todo esto, por los músicos, en el mejor momento de su carrera, por una banda que estuvo a punto de superar a Led Zeppelin y aquí estamos, en agosto nuevamente, celebrando todo lo que este disco representa para mí y para la música en general. El infinito es púrpura, es mi pasión, es lo que soy en el fondo, esa violencia cruda…