Es complejo ser fan de Metallica. La base de admiradores de esta banda estamos sanguinariamente divididos con muros altos y espinados. Vivimos en permanente tensión, ansiedad y las hostilidades pueden dispararse con cualquier comentario. Envidiamos la unidad de los admiradores de Kiss o Iron Maiden, pero al mismo tiempo los miramos con desprecio desde nuestra pequeña logia de conflicto.
A diferencia de otros metaleros más estables y consistentes los admiradores de Metallica nos mezclamos en una olla de ingredientes incompatibles y a veces explosivos. Desde hardrockeros pretenciosos que creen entender el metal porque cantan Nothing Else Matters en los karaokes hasta los viejos representantes de la guardia ochentera que todavía tienen un cassette con algún demo de las épocas previas al Master of Puppets.
Al igual que la banda que amamos, hemos sido infectados con su bipolaridad. (Aspiro aire) Quienes admiramos la crudeza y velocidad del Kill Em All, posiblemente odiemos el Ride The Lighting por tener una balada, pero a medias nomás porque nos encanta Creeping Death, odio disipado temporalmente por la genialidad del Master of Puppets, para después entrar en permanente depresión por la muerte de Cliff Burton, cuyo fantasma merodea en las ocho magistrales canciones, y, en el periodo de escepticismo sobre Jason Newsted recobramos fe en la potencia de la banda con el And Justice For All, sin excluir nuestra molestia que haya sido tan mal grabado, pero nos sigue llenando los huevos que se hayan vendido grabando el video de One, sin embargo le damos algo de crédito al Black Album por haber mejorado el sonido, pero no podemos disimular la bronca por The Unforgiven y James cantando canciones de amor, bronca que culmina en una explosión de semen con sangre con sabor a traición con la llegada del Load, en el cual Metallica se corta el cabello mientras nosotros nos lo arrancamos de indignación, y por muchas veces que escuchemos Until it Sleeps necesitamos riffs y solos y menos efectos, y así seguimos indignados para que en menos de un año nos larguen la cadena con Reload sin poder agarrarnos de ninguna canción para trashear (ni siquiera Fuel aguanta) para volver arriba otra vez con los covers del Garage Inc (disco 2) mientras sacudimos la cabeza por el disco 1 y su country-rock melancólico…..(respiro, respiro, respiro),….para que después nos saquen un disco en vivo con una sinfónica donde solamente la intro y The Call of Ktulu suenan más o menos bien para después volver a caer con la decadencia del St. Anger y mandarnos todos al exilio por 5 años más para la llegada del magistral Death Magnetic, del cual disfrutamos asombrados de la capacidad regresiva de la banda, aunque nos siga jodiendo el sonido de la caja de Lars y esta puta idea de seguirle haciendo secuelas a The Unforgiven para otra vez irnos a darnos un paseo por el espacio sideral ocho años (con un breve intervalo para la basura de disco de Lulú) y ahora tener en nuestras manos el Hardwired to Self Destruct.
Metallica suele ser una banda acusada de haberse “vendido” cuando en realidad es una banda que ha sabido venderse. Y no está mal que una banda se venda, mientras deje algo en el legado de la música. Metallica ha provocado ronchas en los amigos de la piratería con su postura anti-Napster, pero sigue vendiendo entradas y llenando stadiums a nivel mundial. Metallica sigue siendo la principal banda en las alineaciones de festivales donde participa, ha sabido renovar a su público y los viejos metaleros siguen yendo a sus conciertos, favorecidos en los setlists por los grandes hits de los 80’s y alguna que otra canción posterior a la debacle del 96.
El tiempo le cobra una factura a la creatividad. Metallica se ha vuelto en una banda con una cada vez más reducida capacidad de composición, y está ingresando en un circulo de autoimitación que es, lamentablemente un mal generalizado en las bandas de thrash metal que nacieron en aquellos 80’s donde ser metalero no era una preferencia musical, sino más una identidad tribal urbana. Lo que separa a Metallica de sus contemporáneos es que su nostalgia se limita a sus tocadas en vivo. En estudio Metallica se olvida de su pasado, de sus fans, de sus principios. En el estudio ellos ensayan aquello que guardan en la memoria de corto plazo, pero no se comprometen con nada de su propio legado. Hacen lo que quieren y se cagan en los demás (y en esa bolsa estamos incluidos los presentes).
Y es en esta última idea de la tendencia festivalera es donde descansa mi crítica al Hardwired….un disco contaminado por el tiempo sobre el escenario, y fuera de las experiencias humanas dolorosas y confusas de donde vierten las aguas del arte. Ningún músico feliz (o capaz de olvidarse de su felicidad) puede producir música de calidad, por lo menos no en el género del metal. El Hardwired es un autotributo condescendiente a nosotros, ésta tribu envejecida e indignada con la esterilidad musical de las últimas dos décadas, que anhelamos el sonido áspero de las guitarras distorsionadas y la velocidad virtuosa en toda la instrumentación. Las letras ya no impactan, los conceptos no son auténticos. Hardwired….un disco con temas, letras y estilo anacrónico, desubicado y repetitivo, matizado con un sonido tecnológicamente más refinado, demostrativo del talento veterano de los cuatro jinetes, pero sin la expectativa de innovación y profundidad que se espera de una banda con 35 años de carrera.
Pero de nada sirve mi crítica porque soy fan de Metallica, soy bipolar y necesito ese disco en mi colección por mucho que lo odie. Lo necesito para seguir remojando mi hígado en bilis y envejecer otros 8 o 10 años esperando que Metallica cumpla la promesa imposible: producir otro Master of Puppets y pedirle disculpas a la humanidad por Lulú, por St. Anger, por Reload, por el Load y por I Dissapear (Está en la Biblia del Metal que Kirk nunca deberá tocar una Fender), por el disco 1 del Garage y por haberse cortado el pelo. Como fan de Metallica esperaré por el mesías que nunca llegará, y seguiré inmerso en mi confusión y desorientación, mientras espero con mis ojos brillando y llenos de esperanza. Es complejo ser fan de Metallica.
Querido Enrique, como fan de Kiss entiendo tu postura; más que cualquier otra banda los Kiss han sacado bastantes porquerías y es también una banda de autotributo, y en su versión actual ya rebasa los límites de lo admisible. Pero como fan voy a seguir comprando los discos, voy a seguir viendo los conciertos y me voy a seguir decepcionando. Metallica no está a ese nivel, pero genera mucha decepción y prejuicio…
Reflexiones plasmadas de una manera fenomenal Enrique. El enfoque que utilizas para criticar al Hardwired es particularmente interesante, aunque poco indulgente a mi parecer. Espero que vengan más artículos querido Enrique, abrazo!
Gran aporte Enrique! El punto de vista de un fan de Metallica es, como dices, luchar con sentimientos encontrados y al parecer es de nunca acabar. Y el drama llegó al Abismo de la misma manera. Solo para aclarar no soy fan, pero si crecí con Metallica. Así, creo yo, puedo analizar la situación un poco más allá de la burbuja.En todos los años que vivo en Alemania, no he visto hasta ahora a Metallica en vivo. Se que tocan en festivales enormes por cierto mainstream (nunca tocaron en el Wacken o en el Hellfest, que son los festivales metaleros más populares, quizás por que son muy "caros"?). Es como que los chicos de colegio o universidad en vez de ir a un concierto electrónico escuchan algo de rock y van, fans de Metallica? ir a un festival solo para verlos? lo dudo. Por eso creo que eso de que renueven su público es producto de la globalización, es como no conocer Maiden, y eso lo sabe incluso alguien que nunca los escuchó. Otra cosa con la que discrepo es tu comentario: "Ningún músico feliz (o capaz de olvidarse de su felicidad) puede producir música de calidad, por lo menos no en el género del Metal". Espero sea sarcasmo jaja., no podría sino, estar más en desacuerdo contigo…Esperamos sin duda más artículos! Saludos m/