“Siete pecados capitales, siete maneras de ganar, siete caminos sagrados al infierno, Y tu viaje comienza… Siete pendientes descendentes, siete esperanzas ensangrentadas, siete son tus fuegos ardientes, siete tus deseos”.
Este es uno de mis discos favoritos de Maiden y de la vida. Un disco al que quiero mucho y que es parte fundamental de mi vida. Un disco que representa y me recuerda muchas cosas: mi primer viaje al exterior, uno de los primeros cds que tuve, la muerte temprana de mi hermano cuando yo aún era un niño, y la eterna pregunta, ¿qué hay después de esto? La locura, la muerte, el bien y el mal, la predestinación, la literatura y la historia. Todo esto significa este disco para mí. Así que, aproveché este periodo de aislamiento, y una tarea asignada, para volver a conectarme con este disco y escribir este ensayo, que ya hace muchos años tenía ganas de escribir.
Si hay algún disco de Maiden que hable de pestes, calamidades y cataclismos llevados al extremo, es este. Maiden siempre ha tenido varios temas que han sido recurrentes a lo largo de toda la discografía, temas que parecería que obsesionaban al Steve Harris, hasta bien entrados los 90. El sentido de la vida, la muerte, el apocalipsis, el juicio final, la lucha entre el bien y el mal, el purgatorio y obviamente, el libro de los muertos y la reencarnación.
Después del Somewhere in time (1986), Harris, Smith y Dickinson, se propusieron escribir por primera vez un disco conceptual. A mediados de los 80, Maiden ya había superado su pico, y podía permitirse ciertas licencias. Para su época, este era un disco vanguardista, rompía con todo lo que habían hecho hasta la fecha, el disco más progresivo y ambicioso que habían hecho hasta ese entonces. Si bien, las canciones pueden tener temporalidades diferentes, o ser cantadas hasta en plan fiestero, sin tener una coherencia aparente, en el fondo, existía una trama, un hilo conductor y un desenlace. Y obviamentente, había una intencionalidad.
La temática del disco, se remonta a un pasado antiquísimo, a los tiempos lejanos de Babilonia, donde empieza a construirse en el imaginario del ser humano, la idea del cataclismo y del fin de los tiempos. La historia narrada en el disco, cuenta con un soporte argumental basado en las antiguas tradiciones y creencias que trajeron al Nuevo Mundo los primeros “peregrinos” que llegaron a las costas de Massachusetts. Gente supersticiosa, con un pasado oscuro, puritano y muy conservador. Con muchas costumbres y tradiciones bien afianzadas en el protestantismo más ortodoxo.
El relato comienza en un lugar indeterminado, donde empiezan a relatarse dos historias; la primera, la del elegido, que a lo largo de toda la historia nos cuenta de sus noches de pesadillas, de la locura, de visiones y clarividencias catastróficas, que terminan, justamente en un mano a mano ante el juicio final. La segunda historia, nos narra desde un tiempo muy remoto y sombrío, casi oscurantista, místico y esotérico, la anunciación de la llegada al mundo del elegido, que además contaba con la protección y vigilancia del mismísimo Gabriel. Innegablemente, toda la atmósfera que envuelve a la historia, es muy bíblica, y fácilmente nos remonta a las Revelaciones del libro de Juan.
En numerología, el siete es el numero perfecto. Y el disco está lleno de alusiones a este número: la séptima noche, el séptimo sello, siete ángeles y siete demonios, los siete pecados capitales. El elegido, en términos cabalistas y esotéricos, está representado con el nacimiento del séptimo hijo del séptimo hijo, es decir siete veces siete. La perfección.
El que tenía el poder para sanar, y el poder de la segunda visión (de la clarividencia). Siempre tentado por el bien y el mal, predestinado desde su nacimiento para anunciar y cumplir una sola profecía, la del fin de los tiempos. Y así estaba predicho, así se escribirá y así lo será.
El tiempo no espera a los hombres y el futuro es revelado. El disco termina con toda una crítica y cuestionamiento a nuestros sistemas de valores y, hasta una burla moralista a nuestros falsos valores éticos y religiosos. Al final, las dos historias convergen, una cumpliendo con la profecía sobre el elegido, y la segunda, como el elegido cumple su profecía en un preámbulo ante la muerte.
Una reflexión, sobre la necesidad que tenemos los humanos de encarar la muerte y de aspirar a la salvación y a la vida eterna. Una visión teleológica pero a la vez catastrófica. Buscando señales en el cielo, en la luna que está sangrando o en el sol que se ha tornado negro. ¿Con que valor moral nos enfrentamos a la muerte?, ¿qué tan grandes son nuestros pecados y que tan grande será nuestro ataúd?, ¿es la muerte un nuevo nacimiento, los muertos viven con nosotros y miran a través de nuestros ojos? Y el disco termina con una alusión a Julio Cesar, “solo el bueno muere joven”. Porque en comparación a todo lo bueno que vemos en este mundo, por todo el mal que hace el hombre en este mundo, parecería que el mal vivirá por siempre. Es por eso que todo lo bueno, parece morir joven.
Las plagas y las pestes han sido acontecimientos que han acompañado a la humanidad a lo largo de toda su historia. Son y serán algo con lo que el ser humano deberá vivir por siempre. Son constantes en nuestra historia natural. Sin embargo, estas plagas han sido presagios de grandes cambios, ya sean sociales, culturales o económicos y, siempre veremos en estas plagas señales inequívocas, de catástrofes, erupciones volcánicas, señales en los cielos, en la luna, en las estrellas. Y para lo que viene al caso, aunque no sepamos ni donde ni cuando, las profecías se cumplirán una y otra vez, por que así está escrito y así será.
“Siete pecados capitales, siete maneras de ganar, siete caminos sagrados al infierno, siete pendientes descendentes, siete esperanzas ensangrentadas, siete son tus fuegos ardientes, siete tus deseos”.