Para esta nueva entrega de cuarentena, después de haber explorado muchos géneros musicales, y ante el reino de la desesperanza, creo que es necesario retomar mis meditaciones satánicas. En estos momentos de profunda congoja, me remito a la gloria y magnificencia de nuestro señor Lucifer.
Black Widow – Satan’s Playground (2003)
Esta es una banda estadounidénse y no hay que confundirla con la banda clásica inglesa de los setentas, pionera en el ocultismo satánico. Disco début de esta banda, con ese sonido tan familiar de los años dos mil, y esas referencias a la señor oscuro que siempre logran cautivarme; debo decir que le entré de cabeza y quedé fascinado; agradablemente satisfecho, regocijado y sereno. Es buen momento para ser satanista.
Satánicos Marihuanos – Inmerso en el Ande (2019)
Banda limeña, con esa dosis de humor siempre bienvenida, porque no hay nada más tedioso que escuchar la rimbombancia de un fanático, absolutamente convencido de su superioridad moral. Ideologías, religiones y demás percepciones, son bastante subjetivas y por tanto irrelevantes. Segundo disco de esta linda banda, que combina muy bien diferente estilos, melódico y caótico, con esas voces de ultra tumba, evocando todo el poder de las tinieblas y ese imaginario andino, que evoca ciertas pasiones nacionales y/o regionales. El Perú es un hermano, aunque nos hayamos distanciado y peleado.
Pertubator – Dangerous Day’s (2014)
Si de rituales satánicos hablamos, este es un disco que se presta muy bien para dicho cometido. Imaginemos una fiesta bailable en el infierno, una orgía sensorial y sádica como en las novelas de Apollinaire, siempre explorando las parafilias más perversas; sangre y semen, cuando menos. La lujuria es la madre de los pecados, es el placer inconcebible para el puritanismo cristiano y es todo lo que evoca este disco. Libertinaje; y si vamos a quemarnos en el infierno, por lo menos lo haremos gozando. Es la mayor afrenta a dios: disfrutar del castigo eterno.
Ghostemane – Rituals (2016)
Definitivamente esta es una de las cosas más turbias que he escuchando en mi vida, y esto sí tiene un aire oscuro y maléfico, que evoca los mejores momentos del black, aunque desde una aproximación muy inusual. Es música para alimentar pesadillas, para invocar hasta el lado más oscuro de la irreverencia; tomar el mito y trastocarlo, más de un blackero de seguro se agarró de los pelos. Es la mayor afrenta al creyente: ir con un polera rosada a un concierto de black, eso es blasfemia. Transgredir creencias, es lo que mejor hace el arte.
Satanic Bloodspraying – At the Mercy of Satan (2012)
Ya para cerrar, estas evocaciones oscuras, me remito al único disco de esta banda finlandesa (aunque dicen radicar en Cochabamba, Bolivia), con un sonido más convencional, si es que vale el término. Más dentro del imaginario metalero, porque lo satánico se expande por toda la música y si te portas bien y eres leal, de seguro el diablo cumplirá tus deseos; hacerle daño al prójimo sin tener remordimientos. Estoy dispuesto a pagar el precio, por bailar una cumbia con Satanás, dios incomprendido, real y humano.