El Machi fue quien descubrió a esta banda, justo en esos días en los que comenzaba la cuarentena vírica. Así que, para mí, el inicio de la cuarentena por el COVID, tuvo como banda sonora a este disco. Así empezaba el aislamiento.
Esta banda, radicada en San Francisco California, por diferentes razones nos resulta bastante familiar; forma parte de una escena a la que seguimos hace ya bastante tiempo, desde hace diez años por lo menos. Así que como se imaginaran, hay muchos nombres conocidos rondando, que están relacionados o vinculados con esta banda.
Después de más de 20 años de trabajo, Dawnbringer llegaba a su final*. Y esta, fue indiscutiblemente una de las bandas más representativas de esa New Wave del Heavy Metal americano de principios de los 90, toda una institución. De esta manera, la prolífica sociedad entre Chris “Professor” Black y Scott Hoffman, llegaba a su fin. Después de esta triste ruptura, el Professor, productivo como siempre, siguió sacando material, el último disco de toda esta época, fue el Lupus del 2018, que entre otras cosas es un discazo.
El Chris Black, a lo largo de todos estos años, ha estado metido en muchos proyectos, pero posiblemente uno de los más importantes, por lo íntimo de la colaboración con el Blake Judd, haya sido Nachtmystium. Chris Black estuvo involucrado con el Blake y compañía como músico, productor y letrista. Y no solamente él, sino también Matt Johnsen (violero de Dawnbringer, Pharao o Superchrist), que dejo los mejores solos, o por lo menos los más emotivos en el Assassins, en la Seasick 1 y 3. Y poco antes, Scott Hoffman, se había hecho cargo del Layout del Worldfall, ambos discos del 2008.
En fin, la sorpresa fue grande al toparnos con este nuevo disco, precisamente con la nueva banda del Scott Hoffman, formada además por Patrick Crawford en la batería (ex Mustard Gas and Rose, entre otras), Bryan Coons (Older Sun) al bajo y Van Labrakis en las violas y voces (Satan’s Wrath y además productor del disco).
La verdad es que este disco, me agarró al tiro. Posiblemente es uno de los discos que más escucho últimamente. El Hoffman, como violero, siempre ha estado involucrado en todos los proyectos y bandas del Chris Black, así que no sorprende mucho que, esta su nueva banda siga en la onda de ese tipo de Heavy; pero ojo, que estamos hablando de un Heavy Metal, bien contemporáneo, con otro sonido en la producción.
El disco es una mezcla extraña, es una combinación entre el Heavy Metal y el Black. Suena a una especie de Heavy con algunas influencias de Maiden, especialmente en los riffs, mezclado con el Black metal que hacia Nachtmystium. Y posiblemente no es la música en sí, sino la forma de cantar de Van Labrakis. Cuando un escucha la voz, lo primero que se te viene a la cabeza es el Blake. No sé si es el estilo o el timbre de voz o la distorsión que usa. Tal vez sean las tres cosas.
La canción que abre el disco es la Genesis, de esto se trata el disco; en la The Way, la banda se empieza a soltar, y esto es Heavy metal. La Lucifer es un temón, tiene unos riffs y unos solos alucinantes. Una de esas canciones muy en la onda de Dawnbringer. Con la Ezelia el disco empieza a expandirse. La Night terrors es la más heavy del disco, con ese riff medio indefinido, que lo mismo me hace recuerdo a Judas que a Motley Crue.
La Chains tiene un punteo inicial brutal, que, aunque me hace mucho recuerdo a la Wasted years, se va tornando en un heavy bien movido, pero oscurillo. La Bright, posiblemente sea el mejor tema del disco, la canción tiene dos partes, la primera es como una especie de balada y la segunda que tiene unos riffs bestiales, muy a lo Judas, y es en esta parte en la que los dos violeros se explayan con unos solos alternados, que realmente te dejan alucinando. Cierra el disco la Acolytes, que es la joya del disco. Puro riffs. Un temón, en esta canción la banda se va… se expande y se libera. ¡simplemente, Tienen que escucharla!!!
Últimamente, hay tantas bandas de thrash y de heavy metal, copiándose y emulando la misma fórmula una y otra vez, que te sorprende pillarte con bandas como esta. Harina de otro costal, de la buena. El Scott Hoffman, es un violero de primera, sus riffs, sus solos, su forma de hacer música. Él era el riff y la melodía de Dawnbringer.
En esta ocasión, ha sabido rodearse de músicos de un altísimo nivel, que posiblemente aman y que han vivido del heavy metal como el, pero que indiscutiblemente, también escuchan otro tipo de bandas y de música. El disco es una rockeada, un disco altamente disfrutable. Los amantes y fans del Heavy metal tradicional, van a alucinar. Escúchenlo, que se llevaran una buena sorpresa. Es Heavy metal, pero es oscuro y bien melódico. Una buena combinación para comprender la esencia de este género, pero también para comprender hacia donde se dirigen las nuevas tendencias musicales.
*Nota: La información, no es del todo clara. Cuando empecé esta revisión, el único miembro activo de Dawnbringer era Chris Black, que recientemente saco un disco en el que se hace cargo de todos los instrumentos, Snake (2020). A la fecha, Scott Hoffman figura como miembro de la banda junto al Professor.
Excelente reseña Dieguex! Muy buen disco, con una combinación letal de riffs, melodía y malvadez!!! De lo mejor del año.
Fuerte abrazo!
Gracias Machi!!! Gran disco… la verdad, en lo que va del año, de lo mejorcito!!!
Un abrazo
Es rico disco y una buena reseña, querido Dieguex, hay que darle duro al disco