System of a Down – System of a Down (1998)

System of a Down | 1998

Mi hermana me jaloneaba las orejas y me pegaba un sopapo gritándome Apaga esa cagada refiriéndose al tema Suit-Pee que rugía desde los altavoces de la sala. You die for her philosophy (mueres por su filosofía) repetía la canción mientras recibía mi tunda. Yo me limpiaba los mocos y lágrimas con esa vergüenza que te da cuando tu mamá te pegaba frente a tus amigos.

Veinte años después mi hermana me grita que deje de meter bulla con la batería. La cuarentena me impulsa a aprende la batería, y de mis desarticulados golpes arrítmicos se distingue que estoy aprendiendo Know de System. Nada ha cambiado… sólo el hecho que ella está contagiada de dengue, pero esa es otra historia. 

System of a Down en concierto, 1999

En la época de llokalla donde no sabia que era el thrash, death o black Metal y todas esas categorías, no existían para mi, sólo había música y bulla que me gustaba y pegarle un análisis era, cómo lo es hoy, innecesario. 

Yo no sabía muchas cosas, cómo que los de System eran de ascendencia armenia, o que las letras decían cosas cómo La perforante luna radiante, el asalto del pobre Junio, toda la vida corriendo por sus cabellos, cercana la luz guiadora. Toda esa poesía empaquetada en ritmos proféticos orientales, polcas psicodélicas y riffs simplones y frenéticos, escritos por el entonces prolífico Daron Malakian, un guitarrista con 3 o 4 recursos musicales con los que hizo temblar a todos los Petruccis y Satrianis de los años 2000. Pero la simplicidad de esta forma de escribir canciones sólo pudo ser exitosa gracias a 2 elementos: 

  1. La siempre precisa y tropical batería de John Dolmayan, que acompaña a los riffs cómo la deuda externa acompaña al estado Boliviano. Siempre parejo, siempre con el ritmo justo para hacer mover la cachiporra y los demás apéndices por igual.
  2. La versión armenia y desquiciada de Freddie Mercury encarnada en la persona de Serj Tankian, el vocalista y liricista de la banda. Su estrambótica forma de cantar hacen de SOAD inconfundible.  

Los miembros de SOAD en el 2000

Shavo Odajian, es bajista.  

Hoy en día me arrepiento de haber basureado tanto al nü-Metal, y que hayan metido a System of a Down en la misma bolsa que algunas bandas tendenciosas que pululaban a principios de los 2000’s; hoy en día me da nostalgia hasta la cumbia que sonaba sin parar, a modo de tortura dantesca, en las calles de mi ciudad.

¡Que caaaaalooooor Ooo Eeee Ooo! y ¡Wake up afweqfasfaseqwe Make up! suenan en mi corazón con similar intensidad.

El baterista John Dolmayan

Las últimas novedades sobre SOAD es que son todos unos divas que no se pueden ver, y que hay serias divisiones políticas entre los integrantes (el batero apoya la campaña de Donald Trump y eso repugna a fans y compañeros de banda por igual). 

De todas formas si no tenemos nuevo disco no me afecta mucho, mejor morir siendo un héroe que vivir lo suficiente para convertirte en villano, cómo diría el Dos Caras de Nolan.

System of a Down ya nos dio la lección más importante de todas hace rato:

Imaginación y creatividad sobre técnica… ¡SIEMPRE!

Sobre Marcos

Nacido en Tarija-Bolivia, radicado en Paris-Francia. Productor, músico y compositor. Melómano y antropólogo de profesión.

Un comentario

  1. Un post muy personal con toques muy bolivianos que hacen agradable la lectura.
    La voz bíblica-sacrílega de System of a down es lo que siempre me atrajo de la banda, a la cual encontré como una feliz recomendación en youtube. Es interesante ver resaltar que luego de los inicios y el recorrido, un análisis más profundo se considera “innecesario” (¿O es que lo entendí mal?). Sin embargo me parece que quizá se llega a un punto casi filosófico en caso de ser así: ¿Es que la música no se debe analizar tanto y solamente nos debería importar el disfrutarla?

    Buen análisis. Saludos!

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