Yo no tenía todavía pelos en los testículos cuando mi bandita teloneó a Avernal en el 2010. Los Avernales tenían pelo hasta en las pupilas y además un sonido de la re puta madre. Tocaban en tierra salteña y los locales estaban como locos; yo solo me conocía la canción Hoy podes pudrirte, de uno de sus discos anteriores porque me gustaba el estribillo. Esa noche la gente saltaba, gritaba, sudaba y babeaba con ardorosa pasión por el inconfundible Death Metal, medio melódico y stoner, de la banda, mientras yo medio que me escondía en un rincón haciéndome el rock star.
Ya pasaron como diez años de esa noche, mi bandita ya no existe y Avernal ya tenía diecisiete años de trayectoria en ese momento. Diez años más tarde de esa noche yo sigo escuchando a la banda porteña. Tzompantli quiere decir hilera de cráneos, y viene del Nahuas, la lengua indígena que se hablaba en Mesoamérica antes de que Hernán Cortés y compañía hicieran del continente una fiesta de sangre mestiza.
El disco justamente comienza con el tema pseudónimo y nos marca la línea de lo que se nos viene encima:
Death del bueno como el que hacia la abuela.
Riffs con ritmos bien compactos, producción de la reconcha, bata que cuando es lenta eriza los pelos y cuando se larga en los segmentos frenéticos,te vuela la peluca. A Christian Rodríguez, el vocal de la banda, lo vi esa vez en el concierto de Conejo Negro (así se llamaba el boliche) hace 10 años, pero él andaba de pelo largo y con los ojos rojos como si lo hubieran fumigado con hierba. Todo un señor, daba la impresión que ya se había acostumbrado a todo eso de los conciertos y las giras. Hasta hoy lo considero la voz del Death Metal argento.
En una entrevista con el podcast de La Historia del Metal Extremo en Argentina, Christian explicó que Tzomplanti es una oda contra los sistemas de poder imperantes, una salvaje y profana protesta musical.
Cada vez que escucho El ungido se me viene a la mente la cara de Perón, Trump o tal vez Macri, pero tal vez solo es mi impresión, ustedes dirán.
Uno puede sentir que esta vibra poética, que habla directamente de la realidad argentina, puede tranquilamente referirse a cualquier otro país en el mundo, donde el sistema homogenizador del capitalismo postpostpost moderno, nos transforma a todos en víctimas y victimarios. “Los desesperados se devoran entre sí” retumba el sexto tema del disco.
El concepto del LP es claro: una advertencia. Cuando vi a la banda en vivo hace tantos años, venían a promocionar Miss Mesías, un disco íntimo, Tzomplanti no es íntimo, es intimidante. El disco finaliza con Carne para la Bestia, y en una de sus líneas resume perfectamente a Avernal: En lo profundo de su corazón, la brutalidad.
Luego del concierto y de haber visto como el guitarrista de la banda saltará al público para continuar tocando, me di cuenta que mi guitarrista tenia miedo de tocar con la luz apagada.
Después de darme cuenta que era demasiado tarde para volver a mi casa en micro, vi como los avernales llenos de fiesta se alejaban al amanecer. Ellos y su Death Metal no cambiaron mucho, yo si, pero mi gusto por su música no.
Tremenda prosa para definir a tremenda banda. Hermoso texto.