La última ronda: banda sonora del apocalipsis

Fue un año muy raro, es una obviedad que la recibimos como un sopapo; fue el peor de los años, quizás. En cualquier caso, esto es una ruptura en la historia de la humanidad, un antes y después del COVID. Hemos cambiando y este año me dio un último revés que me dejó medio bruto, rengo y quejumbroso. He tenido peores años, pero justo al final, la inevitable disrupción; aquella que lo cambia todo, que altera el orden natural del cosmos. Encuentros y desilusiones, esperanza y soledad. Solo soy un académico comedido al cual le gusta soñar, imaginar e idear nuevas formas de torturar estudiantes. Así me divierto y soy feliz; pese a que la brutalidad psicótica del metal, me impulsa a levantarme cada mañana, mi universo musical es muy diverso y tuve la ocasión de reconectarme con algunos discos que deje olvidados por descuido. 

Santana – Moonflower (1977)

Moonflower

Este es el último gran disco de Santana, cierra su etapa dorada. El disco, por su formato es bastante inusual pues combina canciones en vivo y en estudio, generando un interesante contraste entre canciones suaves y la brutalidad en el escenario. Aquí el guitarrista, está en su mejor momento. Con tantas cosas y tantos discos, con tanta música que sale año en año, uno se olvida; escuchar este álbum después de mucho tiempo, me provoca un impacto emocional muy fuerte y me trae muchos recuerdos, de mi vida como adolescente y luego como estudiante.

El paso del tiempo es inclemente, del ayer no queda nada, aunque reconozco la mirada tímida del muchachito que fui. Es un gran momento para vivir, y este disco es genial, está muy bien construido, y me sigue sorprendiendo lo ruidoso que es, los teclados de Tom Coster, le dan mucha fuerza a todo esto y si tengo que seleccionar una canción me quedo con la versión de Soul Sacrifice, esos solos son demenciales. 

The Doors – In Concert (1991)

In Concert

Con un renovado interés por la banda, salieron una serie de reediciones y este disco es un repacking, un producto de los noventa. Yo vi la película el 94 o 95, y conseguí un Best of que ya no escucho porque me recuerda a alguien y a un momento muy específico de mi vida que no quiero recordar. Que se vaya al cuerno la susodicha. Al In Concert le tengo mucho cariño, y es parte de mi afición particular por los discos en vivo. En ese entonces, estas placas, se construían en estudio, tratando de armar el concierto perfecto, y por tanto responden a un concepto que complementa a los discos en estudio, y que fue esencial para cimentar la reputación de muchas bandas.

Lo que me gusta de este álbum es que las versiones difieren bastante de las originales; Light my Fire aquí suena colosal y es mi versión favorita, y también cuenta con canciones que no figuran en ningún otro lado: The Celebration of the Lizard, por muchos años fue la única versión disponible. Ahora todo el material ha sido reeditado y la banda tiene un extenso catálogo en vivo, absolutamente fascinante, pero con este disco comenzó mi afición singular y lo escucho bastante, después de todo. 

Alice Cooper – Billion Dollar Babies (1973)

Billion Dollars Babies

Lo recuerdo muy bien, corría el año 2000, habiendo dejado mi país natal, para embarcarme en un aventura bohemia, pillé este disco en un estante y me vi cautivado, un amor naciente. Ya conocía Alice Cooper y tenía un par de disco, aunque esta primera etapa la conocía muy mal. Quedé fascinado, I Love the Dead es un concepto sumamente crudo y violento; es la canción que marca la ejecución en los conciertos, la guillotina, la decapitación, la muerte en escena del villano, como para traumatizar a los puritanos en los gloriosos Estados Unidos de América. Me gusta la irreverencia en la música, me gusta ese lado sardónico, cáustico y mordaz, un estilo tétrico. Es tal vez el disco que más escucho y me cayó de maravilla, durante todo este último periodo. 

La edición deluxe, tiene un segundo disco y es un Live, siempre mis aficiones, la banda suena muy bien, yo creo que todo artista debería documentar todas sus giras, es parte de la historia, y las canciones se van construyendo y evolucionan en el escenario. En perspectiva, es una banda muy atípica y Cooper canta de una manera muy singular, es único en su estilo. Esto es lo mejor de la primera etapa, cuando Alice Cooper era todavía una banda. 

Beethoven – Symphony No. 5 (1808)

Symphonies 5 & 7

Puede sonar trillado o ñoño, la verdad me importan un rábano las categorías, pero esta sinfonía me ha acompañado durante todo este tiempo, al momento de calificar, evitando que me atragante de tanta rabia; esto me tranquiliza y me sosiega, me ayuda a pensar con un mínimo de claridad, sin tener que invocar todo el poder de la maldad. Lo tenía en casete, luego en disco y también lo tengo en un cofre que compila las nueve sinfonías. La versión que más escucho es la que tengo en CD, la interpretación de Carlos Kleiber, acompañada de la séptima sinfonía, siendo el packing habitual, en toda esta vaina, cuyos detalles desconozco, inclusive en esta etapa ya avanzada de mi vida. Desde luego, no estoy calificado para hacer ningún tipo de valoración musical, solo puedo apreciar, pero es cierto que en esos bajos, hay una cierta tonalidad metálica. Me encanta como la orquesta me envuelve, la calidad del sonido es excepcional, y uno puede escuchar hasta los más mínimos detalles, desde luego hay que tener el equipo apropiado, escucharlo desde un celular es una aberración.

El primero movimiento es tan conocido, que se ha convertido en un chiste, pero esto es pura locura desenfrenada, la orquesta en vivo tiene un sonido demoledor, aunque mucho depende de la acústica, de ahí la importancia de construir salas de conciertos. Tuve la ocasión de escuchar esta sinfonía, muchas veces, en diferentes espacios, pero creo que nada supera al sonido del Auditorium de Lyon, los instrumentos vibraban en mi caja toráxica; de los mejores recuerdos de mi vida y Beethoven es la fuerza bruta de la emoción. 

 

 

Sobre George

Politólogo, melómano, escritor...

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