Con un ligero toque humorístico, con una pintas que emulan el legado de GWAR, y esa iconografía super sangrienta, esta banda de Stuttgart formada el año 2000, se ha convertido en un pequeño deleite personal y disfruto cada uno de sus discos; Death ‘n’ Roll, y creo que es la mejor banda en ese subgénero medio raro, y que todavía deja perplejo a mucha gente, a muchos de esos metaleros noventeros, cuyas cabelleras van menguando poco a poco.
Muchas veces corremos el riesgo de tomarnos todo muy apecho, y es necesario relajarnos de cuando en cuando, verlo con humor, total, la vida es muy corta como para estarse amargando. Esa irrisión, es lo que más me gusta en esta banda. Bloodking, comienza con un riff fenomenal, con esa candencia marcial, tan usual en el metal, y bien heavy, hasta tiene un grito que imita los mejores momentos de ese género ochentero, y una cosa que suelo resaltar mucho, es el trabajo vocal, este infeliz canta como ninguno. Finalmente, no es muy diferente de lo que el Lemmy decía, acotando a los Rolling Stones, es solo rock and roll. Es música ideal para armar fiestas, de esas que degeneran y se convierten en orgías; el banquete de sangre, la débauche.
En Skull Mountain, suben un poco el tono, pero sigue siendo metal bailable, como esa voz envidiable, así me hubiera gustado cantar, en este tono, similar al de Chris Barnes, pero Thomas Gurrath tiene su propio estilo, y la banda tiene un enfoque minimalista, muy rock and roll. La información sobre el disco no es clara, pero creo entender que Gurrath hace todo en este disco, tal vez no la batería, pero el resto suena a ese estilo comprimido que usan y abusan muchas bandas de black; en estos momentos hablar de géneros es casi algo irrelevante. Y esto tiene mucho de Motörhead y de AC/DC, por eso me gusta.
Un riff pegadizo, un vocalista potente y litros de sangre, es la fórmula del éxito; es una sola rockeada como diría el Dieguex. A mi me pone de buen humor, yo feliz me despierto con esto, y voy bailando por estas calles agrestes, en las cuales parece que la pandemia ya no existe. Puro jolgorio, Debauchery Warmachine, y justamente AC/DC tiene una canción muy similar, War Machine del Black Ice. Esto da para sentir la energía de los conciertos, algo que hace tiempo ya no experimentamos, pero aquí encerrado en mi mugriento cuchitril, soy muy feliz. Me hace recuerdo también a Manowar, pero no tan marica.
Metal to the Bone, lo define bien; al fin y al cabo es eso y no importa si suena a muchas otras bandas, esto retoma lo mejor del rock, del heavy y la voz le da su toque death. Si hay celebraciones satánicas, descuartizar a la virgen, a la ofrenda, la sangre del inocente, pues lo tienen que hacer con esto de fondo. Lo que me gusta de este disco es que una vez que suena ya no hay forma de pararlo, hay que escucharlo hasta el final. Y en lugar de glorificar los símbolos homoeróticos, como hace Manowar, esto es una glorificación de la sangre, y toda esa connotación sexual, no por nada ahora Drácula es una símbolo de un romanticismo algo trastocado. Blood God Eternal, juega mucho con eso. Lo único que calma la sed de la dividad es la sangre, el rito del sacrificio, usual en todas las culturas.
Luces rojas, unas cuantas chicas bailando, cocaína en exceso, y sangre de por medio, eso es fiesta. Hate Kill Murder, sigue la misma fórmula, tanto así que parece una sola canción para animar ceremonias de posesión diabólica: perversión en su más cruda esencia. Hasta un cierto aire de Whitesnake le pillo: Bringing the Dancing Girls. Y esa forma de gritar en el micrófono, es absolutamente brutal. Y Monster Metal, es eso, fiesta desenfrenada, en la cual terminamos lanzando muebles por las ventas y uno se despierta en medio del caos y las chicas siguen bailando. Lindo vivir así, me trae recuerdos de otros tiempos, gallardo y despreocupado, la fiesta puede extenderse por un par de semanas. Es una caricatura, el exceso, el libertinaje y las entrañas del pobre diablo que tuvo la mala suerte de husmear.
Debauchery Blood God, tiene mucho del AC/DC del Black Ice, es como un disco gemelo, pero más volcado hacia el exceso marcado por el consumo excesivo de alcohol, cuando solo te mueves por instinto y ya no tienes mucha conciencia de lo que pasa a tu alrededor y terminas aferrado a un nalga risueña que salió de la nada. Sin respiro, es muy curioso que toda esta iconografía invoque a la guerra, y sin embargo dan ganas de organizar una de esas fiestas épicas de las cuales te despiertas cuatro días después en otra ciudad. Al fin y al cabo, siempre fuimos peones en el juego divino, y nos lanzamos a la guerra invocando una causa superior, solo somos esbirros, juguetes de los dioses que se regocijan con nuestro tormento: miren, le amputaron la pierna. Durante siglos la tortura, era un momento de comunión y regocijo: pobrecito, se le salió un ojo, el parámetro más burdo de la comedia: la violencia física.
The Godmachines March to War y Warmachine of the Chaos Gods, siguen en esa temática, bailamos sobre los cadáveres de nuestros enemigos, y es fenomenal y grandioso, lo aprecio mucho. Puedes tener un mal día, un día de furia, todos lo tenemos de vez en cuando, pero un poco de música ayuda y mucho. Es parte de mi equilibrio mental y en lugar de destripar a toda la gente que me cae mal, voy por el mundo rockeando y siendo feliz, eso suscita más envidia y desconcierto. Este álbum, tienes dos discos más; en el segundo, son canciones de Belgeroth, y es el mismo estilo porque nuevamente Gurrath lo hace todo, creo yo, es realmente un bonus interesante pero prescindible. Y el otro disco son canciones del primero interpretados por Blood God, con otro estilo vocal que no me termina de convencer. Pese a todo es grandioso y termino muy contento y los demás pueden irse a la cochinada.