Es un título bastante interesante, y marca por sí mismo, toda una tendencia en el black; consideraciones filosóficas sobre la eternidad. Este no es un disco para simples mortales, es música para intelectuales, evocando cierta pedantería. Esta banda checa, por la forma cómo ha evolucionado, ya no hace música para inadaptados, para adolescentes furibundos que ansían adorar al diablo. Es la oscuridad, el cosmos, la magnificencia, y desde lo alto de mis cuarenta y tantos años, lo disfruto más. Podríamos decir que es uno de los mejores discos en lo que va del año.
Es una mezcla de doom con black y un toque astral, el anterior disco, Gnosis Kardias: Of Transcension and Involution (2017), fue una verdadera bestialidad, mucho más pesado que cualquier otro disco de black. Frente a la imagen preconcebida que tenía de la banda, la primera canción me tomó por sorpresa, una candencia fúnebre, Decaying Virtualities Yearn for Asymptopia y sin previo aviso como suele suceder en el black esto estalla con toda esa fuerza bruta; la metáfora de la tormenta lo ejemplifica muy bien, es el granizo, el viento que sopla y ruge, para luego dar paso a un breve momento de calma, las formas se acomodan, pero el caos prevalece. La portada lo ilustra muy bien. A riesgo de sonar como un hippie desubicado, son ondas cósmicas, el universo en toda su violencia, los dioses haciendo el amor, el miembro erecto de Urano, la espuma del Océano.
The Wailing Horizon, es un choque emocional tras otro; Descent into Hell of the Future, comienza con ese aire maligno, es el nacimiento del cosmos, cuando menos así me lo imagino: manchas luminosas formado criaturas espurias. Me imagino a Zeus lanzando rayos por mera diversión, quemando humanos, seduciendo a las incautas y la furia de Hera; los celos de una mujer herida son la verdadera calamidad que se cierne sobre la humanidad. Tal vez he leído mucha mitología, o tal vez mi cerebro terminó de fundirse, tal vez todo esto es más de lo que puedo procesar. Es una fuerza colosal; la lluvia de cenizas, tras la hecatombe. Phosphenes, abre el segundo lado, puesto esto está construido para encajar bien en los límites de un vinilo. Muchos creen que existe una armonía, un equilibrio, la prueba ineludible del diseño inteligente, el arquitecto divino en su sabiduría infinita, cuando en realidad el caos, la furia, la violencia, son los elementos más recurrentes en el universo.
Son las sensaciones que me provoca todo esto, el agobio, la tortura, los círculos del infierno; hay un castigo apropiado para cada pecado y en el centro del infierno, el ángel insurrecto, condenado reinar en el inframundo, agitando sus alas para liberarse de su prisión y en su fauces, Judas, el traidor, siendo masticado por su afrenta. Ekstasis of the Continuum, tiene un aire religioso, las almas en pena, vagando por toda la eternidad, pagando su culpa, el castigo divino por ejercer nuestra libertad. No hay acto más noble como la rebeldía, y por eso adulamos a Lucifer. Todo cobra sentido, en este caos profundo y aún en la noche más oscura, atisba un resquicio de lucidez. Stars Within and Stars Without Projected into the Matrix of Time, cierra este disco, grandilocuente como el título de la canción; estrellas en colisión de cuya fuerzas destructiva nace el tiempo; el paradigma es eso, es la destrucción de un esquema de pensamiento, siendo reemplazado por otro, es el tema central de todo esto.
Es absolutamente colosal, es uno de esos discos que deja una huella profunda en la psique. Te mueve el cerebro, en términos un poco más mundanos, me siento ahora un poco más sabio, como si hubiera envejecido, como si hubiera contemplando a la bestia iracunda aprisionada en el hielo, luchando vanamente, masticando la traición con sus tres bocas.