Esta banda sacó un disco muy bueno, en 2020, así es, ese año aciago que todavía no he superado; tal vez, por el mero hecho que ya no he vuelto a clases, ahora me la pasó hablado, frente a una pantalla, sin ningún retorno, sin ningún tipo de interacción. No me quejo, me es cómodo quedarme en casa, asumo plenamente mi rol de ermitaño. En su momento, el Machi, si mal no recuerdo, lo mencionó de pasada. Banda sonora del apocalipsis. Sigo pensando, que estamos atravesando una crisis terminal y mientras esperamos el desenlace final, sigamos escuchando música.
Death/black, la vida es una tragedia, una necedad y nos empecinamos en seguir con esta farsa. En nuestro fuero interno ansiamos algo más, trascender, rebasar las fronteras del cuerpo. A la escala de universo somos insignificantes y aquí estamos encandilados por nuestra propia vanidad, compitiendo para saber quién es más bonito, quién tiene más riquezas o quién luce más feliz. Quién ganará el juicio o las elecciones o la guerra, todas son decisiones fútiles. Un momento de clarividencia, contemplar el cielo y aceptar nuestra inanidad.
Vaya forma de comenzar, metal de alto nivel, combina muy bien las estructuras complejas con esa brutalidad que tanto me atrae, todo muy bien construido, preciso y caótico, como el universo. El tiempo es nuestro recurso más preciado y sin embargo lo desperdiciamos. Nos gusta enfrascarnos en debates estériles; pasas toda una vida persiguiendo un falso anhelo y cuando contemplas el vacío, la oscuridad absoluta, recién caes en cuenta, nunca fuiste. En ese momento, tan cercano a la muerte, te aferras a aquello que no quieres perder. Yo solo ansío contemplar el vacío y burlarme de él. Es simple y llanamente increíble, la calidad de la interpretación.
La naturaleza humana corrupta, la lógica falaz que nos fue impuesta. Es el círculo infernal, todo se repite sin cesar, el terror y la represión, en cualquier sistema humano, la obediencia que induce el miedo, aceptamos la tiranía del poder porque es justo, porque es lo propio, por es la realidad pura y cruda, somos borregos a la espera de un pastor. Esperando a Godot. Es más fácil renunciar al peso de la libertad que asumir la responsabilidad de elegir, eres él único responsable de tus pesares. También hay que destacar la calidad de la producción, suena muy bien. Esta es una de esas bandas que es imposible clasificar, retoma lo mejor de todos los géneros, manteniendo la esencia bestial.
Solo necesitamos creer para obedecer, el fuego celestial; la religión a la imagen del ser. Es una de las cosas que comparten todas las culturas humanas: creer, adorar lo inmaterial, para darle sentido a todo lo que percibimos. Dioses, ciudades en los cielos, la promesa de la redención. Compartiré la misma mesa que mi creador. Es una forma de aceptar, toda lo repugnancia que genera la humanidad, es la voluntad del hacedor de mundos, aquel que solo sacia su sed engullendo la sangre del inocente. Imposible describir la fuerza bruta de todo esto. Technical death metal, post black y luego ese fraseo frenético. Nuestros patéticos amos imaginarios y cuán patético fue tener que obedecer.
Nos es difícil aceptar, el momento de nuestra extinción, el inevitable desenlace y el renacimiento; la vida seguirá su curso y nuestros monumentos habrán caído en el olvido, todas nuestros predicamentos, nuestras atrocidades, pero también nuestras obras de arte. No tendremos una tumba sobre la cual derramar nuestras penas. Solo queda el vacío y la soledad. Niño estrella, ser superior, vagando en la vastedad. Nunca podremos tener la certeza, tal vez sean nuestros últimos pasos sobre la Tierra. Del frenesí más salvaje, hacia una cadencia un tanto más contenida, hay algo de metal progresivo en todo esto. El ocaso, el sol nocturno cuya luz maligna prefigura la extinción, el final de la locura humana. Es extraordinario, es uno de esos discos que dejan una huella profunda. Y si tengo que recibir el fin del mundo, lo haré escuchando death metal. Quién diría que es un dueto alemán y una de las bandas más interesantes de estos locos años veinte.