Trece años es un periodo muy largo, tantas cosas han pasado en ese lapso. Tenía veintiséis años, cuando salió el 10,000 days. Fue el año que regresé a Bolivia para ver la coronación de Evo Morales como presidente de la República. Es un tiempo que me parece ya muy lejano. Hace trece años igual, de la mano y pluma de la Krups, nacía el Abismo, esta morada de seres extraños. Entre tanto, los rumores de un nuevo disco, volvían con cierta insistencia; estuve en la expectativa hasta que perdí toda esperanza. Me parecía irreal, siquiera pensar en un nuevo disco de Tool. Y aquí estamos, tan emocionados como siempre, felices y contentos, obnubilados. Yo no puedo contener las lágrimas, es una emoción difícil de describir; es el acontecimiento musical de la década y creo que todos estamos muy satisfechos con el resultado. Es como encontrarse con un amigo, después de tanto tiempo, todo sigue ahí y, sin embargo, todo ha cambiado. Es la familiaridad de un sonido y la novedad del reencuentro.
Tool es una banda muy original, nadie tenía ese sonido. Justo en la última sesión del abismo y dada la magnitud de la noticia para nuestra psique colectiva, escuchamos el disco. Es lo que nos une, compartir esa experiencia musical. Todos descubrimos a la banda en diferentes etapas de nuestras vidas; y ahí reunidos en congregación, tuvimos nuestro momento de comunión. Componer canciones de esa magnitud debe ser bastante complicado, el tiempo se diluye, es una percepción y todo encaja como en el recuerdo; la precisión de Chancellor, la bestialidad de Carey, los solos magníficos de Jones y Keenan, esa voz que no envejece y que sigue sonando tan bien. Todo vuelve, es como escuchar a la banda por primera vez; es magnífico y colosal. Tool es una de esas bandas que sorprende y nunca ha sacado un disco malo, todos son equiparables, con sus variantes y sus sorpresas; es música que rebasa cualquier etiqueta o clasificación arbitraria. Cuando comienzan las primeras notas de Fear Inoculum, uno puede darse cuenta que esto será grandioso.
Es un estado de consternación; inverosímil hasta el final. Tool es arte, en toda la vastedad del concepto. Es una puesta en escena, es imagen y el packing no es un dato menor, son letras y es reflexión: We are born of one breath, one word / We are all one spark, sun becoming. Todo lo que es el metal contemporáneo, en su vertiente progresiva nace de Tool y no es una exageración, es el impacto que provocó la banda, llevó al metal por otro rumbo. Disco del año es un título que le queda corto; es más de una década de espera, de rumores, de distanciamientos, deliberaciones y especulaciones. Hace trece años no habían servicios streaming y que todo el catálogo haya entrado de golpe a esas plataformas, fue bastante gratificante, consolidando el estatus que tiene la banda, es mítica y una de las más respetadas hoy en día. Quedaba como un trago amargo el 10,000 days, no porque sea un disco malo, más bien todo lo contrario, lo era porque parecía ser el último disco. Quedaba como una obra inconclusa, pues la banda podía seguir grabando y debería hacerlo cada vez que se pueda. Como fanáticos exacerbados, celebramos efusivamente la llegada de nuevo material. Sabemos que Tool no decepciona y este disco generó tanta expectativa y la rebasa por completo.
Imposible describir todo lo que sentí al escuchar este disco: son recuerdos, son imágenes, es el abismo; podemos tener nuestras diferencias musicales, pero Tool es un gran punto de encuentro. La música nos une y es lo que nos mantiene vivos.