Desde hace algún tiempo ya, vengo subiendo micro reseñas, escritas al calor del momento; son los hallazgos maravillosos de la era digital y el entusiasmo inicial, la voluntad de compartir música, pues sin ello, ya habría caído en la locura.
Todos tenemos gustos muy bien definidos y yo, vengo del rock de los setentas, es la base de todo mi ideario musical, y por mucho tiempo es todo lo que ansiaba escuchar. Hoy en día los espectros musicales son muy amplios, y mis gustos diversos.
Procedentes de Paraná (Argentina), Mesphistofeles se inserta en esta oleada retro que se expande por todo el mundo, retomando el legado de los setentas, y reivindicando su esencia satánica. Tercer disco de la banda, grabado en el castillo del conde Drácula, con una portada bastante provocadora, siguiendo la estética de sus otros discos; me hace mucho recuerdo a las portadas de Fausto Papetti y de muchas compilaciones de música bailable de los setentas, bastante sugerentes y explícitas en muchos casos. En la era de lo políticamente correcto, nos remonta a un tiempo de desenfreno sexual: todos contra todos, encerrados en un cuarto. Linda era la vida; lo sigue siendo, aunque ahora hay que ser más discreto.
El disco tiene ese sonido rudimentario, muy propio de los estudios de grabación latinoamericanos de los setenta, con una tecnología arcaica; suena horriblemente mal. No era la intención, en ese tiempo ya remoto; estas bandas tienen un enfoque similar al de las bandas blackeras de la escena noruega, tienen la voluntad deliberada de sonar mal. Le da mucho carisma al disco, que tiene una atmósfera de agobio y opresión, es caótico y disonante. Ofender, provocar, sorprender; si el arte no genera emociones, cae en lo trivial. Ave Satani.