Un músico entretiene, y desde finales de los años cincuenta, la cultura pop tiene su dosis de teatralidad, desde la estética siniestra de de Screamin’ Jay Hawkings, que en gran parte fue recuperada por King Diamond, pasando por el el legendario Arthur Brown, la violencia escénica de The Who, el juego de luces de Pink Floyd, el maquillaje de Kiss y los trajes coloridos del glam; la música es una puesta en escena. Con escenarios cada vez más elaborados, aunque en años recientes la música tiene una aproximación más minimalista.
Para un baterista, es un poco más complicado, tener una presencia escénica relevante, usualmente es tratado con un músico de apoyo que puede ser reemplazado, como unas cuerdas en desuso; por ello, para los bateristas, siempre ha sido una necesidad, destacar de una u otra manera. El legendario solo de Mike Shrive (Santana), en el festival de Woodstock, puso en relevancia al instrumento, en el mundo del rock, pues el recuerdo de las big band de Gene Krupa o de Buddy Rich, era ya bastante difuso. Prácticamente todas las bandas, desde entonces, le dan su espacio al baterista para que pueda expresarse libremente, interactuando de manera directa con el público.
Drummerworld, fue el primer canal de YouTube que comencé a seguir casi de manera exclusiva y en una de esas sugerencias tan bonitas, que genera el algoritmo, me salió un vídeo titulado: “this drummer is at the wrong gig”, y quedé fascinado. Steve Moore tiene un estilo muy propio y muy original, es casi una pena que toque en una banda de covers, que anima matrimonios y otros eventos sociales intrascendentes, aunque como van las cosas, es probable que gane más dinero de esa manera, que componiendo material propio. Este vídeo grabando para un programa de entrevistas en Alemania, es una reinterpretación teatral de Wipeout, de los olvidados The Surfaris; es uno de los highlights, de los conciertos de esta banda que destaca por su presencia escénica.
