Un año más, un año menos; todo es una cuestión de perspectiva. Sin duda, es el efecto de la pandemia, y este año han salido muchos discos, o quizás se trate de una mera impresión, un seguimiento un tanto más certero a lo acontece de ese lado del espectro, en la otra orilla, detrás del espejo. Muchas bandas que sigo, han producido material nuevo y me es imposible seguir el ritmo, pero ya que andamos un tanto más relajados, intentaré escribir una reseña diaria, hasta el el 31 de diciembre. Lo mejor del 2021.
Este es un proyecto de Filadelfia, salió en febrero, y copila las dos primeras cintas, la nostalgia por el ayer, cuando compartíamos música en un casete; grabábamos algo y lo repartíamos entre los conocidos. Es importante dejar un registro, dar un testimonio de nuestra existencia, mis atrocidades, mis desventuras como escritor. El disco comienza con ese seseo orgánico y el graznido de un cuervo y de por sí establece la atmósfera; luego, esas guitarras sucias y un fraseo impecable, el punk también tiene su carisma, y ahora recuerdo porque me atrae tanto el género. Es minimalista, con una cierta evocación nihilista. Música ideal para armar protestas callejeras y saquear tiendas. No deja de ser curiosa esa relación entre música y disturbios; cultura de la violencia.
Crucifix, esa distorsión me fascina; es tan solo una banda, en un garaje o en un sótano, ahí donde comienzan todas las movidas subterráneas. Pero esto no es un punk, tan crudo, como el que suelo escuchar, tiene mucho de post, aunque conserva esa estridencia del punk de los ochentas, aunque se trate de una generalización un tanto grosera. Demon Wind, un aspecto muy interesante, son los teclados que le dan un personalidad muy propia al disco y realmente sobresale, entre muchas bandas que suenan más o menos a lo mismo. Es de lo mejores discos de punk que he escuchado en quien sabe cuánto tiempo. El algoritmo me traiciona, me sugiere mucho black y me pierdo muchas otras cosas.
Me gusta lo frenético que puede llegar a ser, me imagino rockeando, sobre el sofá de un amigo, en ese ambiente cargado de humo y el inconfundible hedor a cerveza. Buenos tiempos, ahora asumo plenamente mi rol de ermitaño y contemplo el mundo desde mi ventana. Sacrosanct, hay un cambio drástico en el sonido, mucho más opaco, con unos teclados muy prominentes y la voz enterrada en la mezcla, aunque probablemente se trate de una falla del equipo, con bien alguien lo menciona por ahí. No deja de ser entretenido, aunque sea una palabra tosca, pero no tengo otra. Fog of War, cierra la cara A del vinilo; me hace recuerdo a esas tardes locas, en los ensayos; el ruido convertido en candencia, en ritmo, en música. Usualmente terminaba en decadencia.
Paladin’s Wrath, hay que grabar, hay que escribir, aunque sea algo hosco, es lo que somos; más allá del rumor, de los trajines, los trámites, la vida está en un cinta que desempolvamos y revivimos el recuerdo de lo fuimos y lo que tuvimos que sacrificar para entregarnos a las fauces de la ciudad; un empleado más, burdo y simplón. Doppelgänger, me gusta el sonido que tiene todo esto, me remonta a otra época, un cigarrillo y un vaso de ron barato; luz oscura. Yo también viví. Nadie nunca lo sabrá, la habitación del tiempo perdido, un cenicero y un adiós. Pensé que sería un hasta pronto, fui ingenuo, algo bobo, pero es un recuerdo. Por nada más, es de lo mejor que escuchado en todo el año. Podría ser disco punk de la década, pero ya estoy exagerando.
El lucero del alba, suena más poético en español, la banda se complementa muy bien, y cada instrumento tiene su propio espacio, lo que es bastante inusual en grabaciones de tan mala calidad, es el gran atractivo del disco, en sus limitaciones suena muy bien. Puede llegar a ser melódico, evoca una ligera melancolía y mantiene vivo el espíritu del punk en lo ruidoso que puede llegar a ser. Exiles es un buen ejemplo, es ese sonido clásico, que ya está evolucionando, mutando, virando hacia lo post. El disco cierra con Hell Hounds, y es un gran descubrimiento; como toda las cosas que pasan en esta vida es solo casualidad. No hay destino ni una causalidad, solo son acontecimientos fortuitos motivados por el azar.