Esta banda me dejó muy impresionado el 2015, cuando salió el Luwte, le dediqué dos líneas; el año pasado salieron dos discos y ni cuenta me di. Es un problema, ensimismado en las mismas canciones me olvido de todo lo que gira a mi alrededor; escucho lo mismo, desde hace treinta años y el año pasado me cobijé en ese recuerdo, por eso andaba desconectado. Más de lo usual en todo caso; comienzos siempre rebuscados y caigo en lo mismo las reflexiones sobre las cosas que hago, la forma como escribo. También es arte, debería ser más sencillo, pero me complico.
El black gira sobre las mismas obsesiones: el frío y la desolación del bosque; son las pesadillas que noche tras noche nos acosan, los recuerdos de otras vidas, el sufrimiento, la pérdida, la abulia. Cada banda incorpora pequeños elementos distintivos, esa marca de individualidad; es el cambio perpetuo y esto comienza de manera muy inusual. Un redoble, luego las guitarras irrumpen, y por último se incorpora la voz en un grito, que en nada se asemeja al graznido habitual en el género, es un tono más cercano al timbre natural de la voz. Todo esto acontece, en menos tres segundos. Pero la voz va modulando, y alcanza diferentes tonos, es notas profundas, más usuales en el death y los tonos agudos, fuera de rango. Solo, a nivel vocal, es de por sí muy interesante. Un grito sostenido, inicia la segunda parte de la primera canción.
Lo que llamó mi atención, desde un inicio, es la manera como van progresando las canciones; es absolutamente fascinante. Es increíble el poder y la melodía de esas guitarras, hasta el bajo resalta y lidera en momentos cruciales. Hay breve interludio instrumental y volvemos a la cadencia inicial. A los tres minutos y veintiocho segundos, la canción vuelve a cambiar; una guitarra ronca en el canal derecho y el sonido rebota en el izquierdo, se extiende por varios segundos, la batería va marcando los cambios y cuando los gritos acometen, rebasan los límites, de lo humanamente posible. A los seis minutos, la batería toma el control, y los efectos con pedales se sobrepone trasmutando la canción en algo similar a un rito tribal. Nada anticipaba tal cambio. Es una transición, sin pausas ni distracciones, estalla la segunda canción. Es absolutamente genial, esta banda se ganó un lugar, bien merecido en la escena blackera.
Me impresiona es la voz, es una forma única de gritar, sosteniendo la nota hasta el final. La segunda canción tiene un trasfondo sinfónico, sin llegar a serlo. El grupo afirma enfáticamente que no se usaron teclados; es muy interesante, porque no entiendo cómo diablos llegan a ese sonido. Al minuto diez, la voz ulula en la lontananza; tiene un extraordinario rango vocal. Me sigue pareciendo inverosímil que sea un solo tipito quien toca todos instrumentos; es muy orgánico, da la impresión de ser una sesión en vivo, en un estudio de mala muerte, grabado en la madrugada, de manera artesanal. Tiene un final muy parecido a la primera canción, con una larga sección instrumental, en la cual dominan los efectos, la distorsión en la guitarra, saturada hasta el extremo. El fuego arde en mi tumba. Los ojos alucinados de quien percibe y contempla la muerte
Es una muestra de gran versatilidad; la manera como suenan esas guitarras, al inicio de la tercera y última canción, por sí mismas definen un momento en el black. Es tétrico y ruidoso, luego comienza el fraseo, una estructura musical, muy inusual con la batería, y es de las cosas que más me gusta en el disco; te toma de sorpresa, no hay forma de anticipar la progresión musical. La cabalgata por las estepas, cuando menos es lo que me imagino mientras escucho todo esto; ese ritmo hipnótico, que te atrapa y cuando estás listo para dejarte llevar por la corriente, la canción da un giro. Es la fuerza demoniaca poseyendo tu alma ¿Estás dispuesto a entregarte al sacrificio? Es tu voluntad, es tu placer; te gusta retorcerte de dolor. Los momento melódicos, están muy bien logrados, es un descanso en medio del temporal; la batería marca los tiempos, pero aquí oficia, como un instrumento líder, la canción se construye sobre la batería, es el instrumento que más destaca.
Y la canción se degrada, hasta volverse irreconocible, con esa batería que retumba con tanta fuerza, en consonancia con el final de las otras canciones, pero aquí renace, desplegando todo su poder. Es un manifiesto musical: restructuración y readecuación del black. Sientes miedo cuando llega la noche, cuando tus pesadillas se desatan y ya no tienes control sobre tu propia conciencia. Esa bestia de devora todas las noches, luces desgastado, como un alma en pena, vagando ya sin rumbo, sin un propósito; sin poder conciliar el sueño. No puedes calmar las voces que se agitan en tu interior; la bestia ruge y es imposible ocultar esa furia. Es toda una experiencia, como si hubiéramos recorrido siglos de atrocidades, de penuria y dolor. Ahora queda el recuerdo, es parte de mi ser. Sostengo la mirada del diablo, y sonrío