El mundo del metal, tan vasto, tan complicado y arcano. Podríamos hablar durante horas, sobre el iceberg del metal, partiendo de las bandas que todo el mundo conoce, hasta llegar a las profundidades del abismo, ahí donde no llega la luz, donde pocos osan asomarse, porque sales francamente perturbado. Hay para todos los gustos; y la relación que tenemos con una banda o con un género, es subjetiva, aunque nunca es bueno cerrarse, a las diferentes opciones que nos otorga la vida. Hay que explorar todo lo que se pueda, aunque uno siempre vuelve ahí donde se siente feliz. A mí me gusta el death metal, yo diría que es el género más extremo y hasta a los metaleros más acérrimos, con sus parches bien bonitos y sus melenas desprolijas, se ponen incómodos. No todo el mundo está listo para soportar tal estridencia. Para oídos poco entrenados, esto parece bulla y todo suena a lo mismo, aunque bien podríamos establecer la misma afirmación para cualquier otro género, el heavy metal, por ejemplo, y el heavy metal español en particular. Es bastante aburrido. No hay verdaderos ni falsos metaleros, es solo una cuestión de gustos, del power al hardcore, pasando por el slam y el sludge. Libertad, no estoy obligado a seguir los gustos de los demás.
Tercer disco de esta banda bielorrusa, con un sonido pútrido y decadente, pero que invoca las profundidades del averno. Mi primer contacto con el satanismo, lo provoca Deicide; el arte de la blasfemia. Qué puede ser más transgresor que invocar al diablo. El otro pilar, en mi filosofía satanista, fue Dark Funeral; eso era ruidoso, sientes que tu cerebro va a estallar. Por muchos años, esos fueron mis referentes, luego, llegó el black más convencional con toda su devoción satánica, que me provoca gracia en el fondo, sobre todo cuando se lo toman muy apecho. Es parte de mi personaje en escena, único docente metalero satánico en la facultad. Pero más allá de la anécdota, es inusual que en el death metal se hable del diablo. Este disco me cautivó por la portada; como ya es habitual, uno va buscando música, a veces las plataformas te sugieren cosas, y cayó esto y no pude contener mi sorpresa al toparme con una banda de brutal death metal, y además satánica, es decir la banda perfecta, por lo menos desde mi imaginario. Ante tal situación, es normal que mucha gente quede consternada, porque es difícil discernir. La portada es genial y me vendió el producto, feliz compro el disco.
Es un poco frustrante no tener las letras a mano, porque es la forma como encaro estas reseñas, comento sobre el contenido narrativo, aquí lo tengo que estar adivinando, no queda muy claro, pero igual lo disfruto. Hay elementos muy interesantes en los títulos de las canciones y me encantaría poder analizar el mythos. Lo único que le puedo reprochar al disco es el tiempo que pasamos disfrutando todo esto, casi media hora que pasa volando y uno quiere más. Creo que es el mejor hasta el momento, pues los otros no me emocionaron tanto, hay un evidente problema en la producción. Éste es una rotura de cráneo desde un inicio. Si te quedas o no, ya es tu decisión, yo quiero vivir en un mundo en el cual esta sea mi banda sonora, en caso contario renuncio a la vida. Qué cosa tan turbia, pero suena muy bien, las dos guitarras en canales separados, el bajo y la guitarra en el centro, y la voz que lo recubre todo con esa fuerza sobrehumana. Tiene algo del sonido clásico, pero así suena lo contemporáneo. Yo no siento vergüenza, siento devoción, parafraseando a cierto cantante que ahora repudia todo lo que el death metal representa. Yo tengo algo de orgullo y mucha pasión, y la segunda canción, es más salvaje que la anterior.
Que inicie el ritual; desataremos la furia, el clamor, la fuerza y el poder. Señor de las tinieblas que acompañas las acciones humanas, imbuye con tu rebeldía al trabajador ordinario que solo sigue órdenes. Bailamos al ritmo de la muerte, disfrutamos del sufrimiento, estamos ofuscados por la vanidad. La más bella creación de dios es una aberración. El mal nos seduce, porque en el mal reconocemos las acciones humanas. Todas las culturas, todos los pueblos, intentan contener el mal y, sin embargo, las sociedades humanas lo alientan. En estas calles plagadas de desdén, sientes rabia, desilusión. Esta no es la vida que quisieras llevar, quieres gloria, poder y dinero, pero no quieres realizar ningún esfuerzo, tú único mérito es pertenecer a la casta de los indeseables e invocando la reparación histórica, el Estado tiene que cobijarte, alimentarte, darte las herramientas para que puedas valerte por ti mismo. El epicentro del mal, ese lugar espurrio que destila decadencia, ahí donde socializan las lacras, los parias, las alimañas, los usureros y aduladores. En el centro del infierno, moran los traidores; los hacedores de promesas falsas, aquellos que cautivan con palabras, te seducen, te embriagan y te quitan todo lo que tienes, incluso tu dignidad. Toda sociedad humana se fundamenta en la corrupción, el derroche y el placer.
El infierno es nuestro consuelo, pensar que algún día la persona que nos hizo tanto daño, padecerá los peores tormentos; ese es el verdadero deleite, ver sufrir a la persona que detestas. La agonía, alimenta las pasiones humanas; la venganza es algo tan natural, es una justa retribución. Todos los pecados serán saldados con sangre, porque la sangre alimenta a los campos yermos, y la sangre es vida, consagración y totalidad. Fuerza devastadora, furia; es el rostro del mal, es el rostro deforme de la humanidad, corroída por la satisfacción, el poder y la lujuria. Vicios que se reproducen en cada vuelta de la historia, estamos condenados a recorrer el mismo sendero recubierto de sangre. Las atrocidades humanas. Eso es el death, es lo que representa este disco, por eso mismo me gusta y no me canso de escucharlo. Es un despliegue de brutalidad extrema, cuando esto se desata entras de cabeza al mosh, tiene breves pausas para recobrar el aliento, pero esta es una sola pieza de destrucción altanera que también corrompe tus sentidos, desata la furia de ese primate sediento de sangre, ese ser que desconocemos pero que mora en nuestro interior. Todos tendremos un lugar especial en el infierno, todos hemos pecado y todos hemos sucumbido a la inclemencia. Lo peor que llevo en mí es mi vergüenza, pero también mi orgullo, y en las tinieblas encuentro mi morada, en la casa del traidor, del embustero, el ruin carcelero, cuya condena cumplo, aquí, atado al ser que más detesto.
Tiempos nefastos, gloria a Satán, benefactor de la música; rito de sangre y tentación. Es lo grotesco llevado a su perfección indecente. Esto no es para oídos profanos, esto es metal, lo más retorcido y caótico que pueda existir; en esta salvajada yo encuentro felicidad. Tal vez mi mente es así de retorcida. En el fondo buscamos alivio en la vehemencia, en la glorificación del mal.