Curse with me…
Luego de haber leído en revistas y en la web, excelentes comentarios sobre el Red Álbum, allá por el año 2007, tuve la suerte de encontrarlo en un viaje. Cuando vi la portada de dicho álbum, en una disquera, este me pareció fabuloso. El arte de John Baizley me pareció totalmente innovador y atrayente; de ahí que muchas bandas gringas, de esta interesante generación (Darkest Hour, Skeletonwitch, Pig Destroyer, Kylesa, Torche, Black Tusk), optaron por tener en sus respectivas portadas dibujos suyos. A la postre, el Red Álbum lograría posicionarse entre los discos con mayor creatividad que había escuchado en los últimos años.
Ya para este 2009 y sabiendo que saldría el Blue Record, las expectativas eran altas, y debo decir, que estas fueron colmándose desde el día que puse play por primera vez, hoy que lo escucho casi a diario y los próximos meses que todavía me tomaré para seguir entendiendo esta propuesta de Baroness, y de esta manera seguir satisfaciendo mi necesidad de música que mueva.
Como todo proceso, creo que este, es de los discos deben ser asimilados durante un buen tiempo, sacar comparaciones entre el Red Álbum y el Blue Record, todavía me parecen apresuradas, por lo que en este review me dedicaré a describir expresamente mis impresiones de este último.
Steel that sleeps the eye…
“Bullhead’s psalm”, es una introducción ineludible para este álbum, con notas y melodías precisas que revelan lo que se vendrá y que de alguna manera guiarán todo el disco. Ya para cuando los primeros segundos de “The Sweetest Curse” van avanzando, uno ya está sumido en un característico tema de Baroness: guitarras rockeras más progresivas que antes, los ritmos acelerados del bajo de Allen Blickle y la batería de Summer Welch y las melodías que van saliendo de las gargantas de Pete Adams (nuevo miembro de la banda) y el mismo John Baizley, quien, a lo largo de este álbum, maneja la voz de manera un poco distinta a su predecesor. “Swollen Halo” y la “Steel that Sleeps the Eye”, son un gran ejemplo de este cambio en la voz del líder de la banda, además de ser canciones que claramente ofrecen nuevos cambios, también, a nivel compositivo, por los límites a los que son sometidos sus conocimientos creativos, los cuales, en este caso, van más allá del metal. Este hecho es el que hace que esta banda, cargue esta propuesta tan particular y certera.
Cuando “Ogeechee Hymnal” aparece de manera pesada, esta retoma las primeras melodías del disco y las lleva más allá, en una melancólica distorsión, para que finalmente ésta, se vaya diluyendo para dar pie a “A Horse Called Golgotha”; canción que reafirma la nueva idea propuesta por Baroness. Ya para cuando “O’er Hell and Hide” pasó firme y acelerada, llega “War, wisdom and Rhyme” sonando pesadamente, es inevitable sentir y creer que la música de este disco, está permitiendo que las preocupaciones diarias tomen un segundo plano.
“Blackpowder Orchard”, “The Gnashing” y “Bullhead’s Lament” cierran el disco ratificando que Baroness es de las bandas de las que lo invitan a uno a volverse militante, y posicionándose como el mejor disco que escuché este año, por lo menos hasta que en estado katatónico la noche sea el nuevo día…
All my hands are covered with earth…