Uno puede ser joven y no estúpido. Aunque hay que reconocer que ambas cosas suelen venir de la mano. También hay que decir que la inteligencia y la sabiduría son cosas distintas y yo a mis 15 años sabia que Metallica en los 2000’s fue una porquería.
No tenia todos mis bellos púbicos en su lugar cuando empecé a frecuentarme con muchachos mas grandes de la escena underground de mi pueblo. Era una experiencia aceleránte que me hacia sentir parte de “la tribu metalera”. Hoy me da un poco de diarrea cada vez que me acuerdo. Dale hermano cómprame el disco
, repetía Kipe, un chango unos tres años mayor que yo, parte ya hace tiempo de la movida local. En su mano agitaba el St. Anger.
En esa época el movimiento estaba asaltado por un snobismo materialista fulgurante en donde el objetivo y el deber de ser del metalero era poseer la mayor cantidad de CDs, cassettes, vinilos y parafernalia de todas las bandas. Una suerte de fetichismo de la mercancía pero con Darkthrone de fondo. Los “metaleros” eran despiadados y verticalistas cuando se trataba de cuantos CDs o que bandas escuchabas. Recuerdo que había un número exacto de cassettes originales que requerían de la gente para incluirla dentro de sus grupetes.
Kipe ya introducido en esta dialéctica fanatico-consumista, se había dado cuenta tardíamente que el St. Anger es una cagada, y sin pensarlo muy bien había comprado el CD original. Ahora buscaba algún “chiqui poser” que no tuviera ninguna idea sobre música para recuperar su imbécil inversión.
“A vos te gusta Metallica, dale hermano!”, decía Kipe casi poniendo el CD en mis manos, presionando pujando. Yo ni siquiera tenia el dinero para comprar la basura que ofrecía. Mi salto de escuchar Papa Roach y Limb Bizkit se había completado. Kill em’ All era mi disco favorito junto al And justice for All… cómo un cercano segundo. Pero los escándalos relacionados con Napster, los cortes de pelo, la suavización y modernización del sonido “radio friendly” de Metallica me chocaba (y me choca) mucho.
Por mis venas corría el profano y etílico “Trach Metal” Y eramos categóricos en nuestro odio a los “posers”. Como mencione al principio: juventud y estupidez. Así y todo, le explique a Kipe las razones por las que no le compraría el disco:
- El redoble de la batería suena como una lata de leche en polvo
- Las letras pseudo personales y trilladas de clase media norteamericana
- No tiene solos de guitarra
- No hay suficiente “tupatupa” en los ritmos, es decir, es “poco trach”
- El arte que acompaña el disco no ayuda mucho
- Demasiados “Yeahs”
- La desconexión personal entre los integrantes hizo sufrir a las composiciones
Ver de cerca los dramas interbanda en el DVD Some Kind of Monster hacia parecer que Metallica se había convertido en Pasión de Gavilanes, Marimar, El Premio Mayor, Avenida Brasil o alguna de esas telenovelas (que me han contado, son terribles) y que la música sólo era el “sound track” de dichos dramas baratos.
Habiendo dicho todo esto sabrán que mande al carajo a Kipe y le dije que se metiera el disco allí donde el sol no brilla, pero la historia no termina allí, ya que debo confesar que bajo esta tosca e hipermasculina apariencia de “true metalero”, en el fondo, Invisible Kid, Frantic y St. Anger me parecen buenas canciones y tienen un lugar especial en mi corazoncito…
Y antes que me apedreen por mi hipócrita review del disco, debo recordarles que también me gustan algunas canciones de Linkin Park y Slipknot, y que por razones sentimentales también algunas de los Ángeles Azules.
JA! Touché haters!
… Por favor no le digan a Kipe que me gustan los Ángeles Azules…
El St. Anger suena muy mal y aburrido, si el disco fuera más corto, sería digerible. De cualquier forma, Some Kind of Monster es la única canción que suelo escuchar de este disco. Interesante relato…