La noticia nos dejó consternados y perplejos, aunque nunca fui seguidor de Van Halen, es nuestra obligación reconocer su legado: un estilo inconfundible y técnicas que se popularizaron a lo largo de los años ochenta. De una u otra una manera, el pop metal le es tributario. Las baladas empalagosas y los mega éxitos pegajosos, tienen un sello de fábrica: y es el sonido de esa guitarra; es una parte importante de la cultura pop y del metal.
El primer disco es un clásico indiscutible, es la repuesta norteamericana a la New Wave of British Heavy Metal, y marca un viraje irreversible, combinando la destreza técnica, con la fuerza cruda del hard rock, y los coros melosos. Esa dosis de pop, en la furia del rock fue decisiva para definir la tendencia que se impondrá en el mercado estadounidense, eso sin mencionar las cabelleras deslumbrantes y los trajes coloridos. Un guitarrista fuera de toda norma, una sección rítmica sólida, y un vocalista extravagante, fue la fórmula del éxito y el modelo que muchas bandas imitaron.
Van Halen, no es solo una banda y uno de los mejores guitarrista, en un sitial ampliamente disputado, es un hito en la música, marca una nuevo rumbo en la manera de concebir el instrumento; esa inverosímil descarga de notas furibundas. La estética, el sonido; se suele bromear al respecto: el mejor guitarrista, en la peor banda del mundo y sin embargo, nos han dejado, por lo menos cuatro discos excelentes. La herencia, en la historia insondable de la humanidad; la erupción.