Santana – Lotus (1974)

Lotus

Bienvenidos al viaje místico. En 1972, Carlos Santana, tomó definitivamente el control de la banda que lleva su apellido, inaugurando una nueva etapa, en su propio desarrollo musical; volcando su atención hacia el jazz y la espiritualidad, dejando a un lado la ingenuidad hippie y el consumo excesivo de drogas. El resultado es una efervescencia musical, un momento de gran creatividad, aunque fue un desastre económico y comercial. Los ejecutivos de CBS, no estaban nada contentos, los discos que salieron eran muy buenos, pero no se vendieron, capturaron la atención de otro público, entusiasta pero muy reducido. Cuando la banda, presentó las cintas para un álbum triple en vivo, CBS se negó a publicarlo. Solo fue editado en Japón, y por ello este disco se convirtió en pieza de colección; fue reeditado en 1991 y es la edición que poseo, aunque hay una versión que salió el 2017, en Japón exclusivamente, que restituye el concierto original grabado el 3 y 4 de julio 1973 en Osaka.   

Y esto es un transe cósmico, muy similar en estilo, a lo que Miles Davis hacía por ese entonces; hasta por su estructura, el Lotus se asemeja mucho al Dark Magus, grabado más o menos por la misma época. La infusión latina sigue presente, pero aquí los teclados dominan, le dan mucho cuerpo al sonido; para ser una grabación tan vieja, casi medio siglo, suena increíblemente bien. Tiene esa fuerza envolvente propio del estilo cuadrafónico, muy de moda en aquel lejano verano de 1974. Son cosas que hemos perdido, hemos sacrificado la calidad del sonido, porque es difícil almacenarlo; hoy en día, todo el mundo escucha música con un parlante y algunos suenan muy bien, pero pierden esa dimensión envolvente, el carisma peculiar de estar rodeado de parlantes, disfrutando de los pequeños detalles que ofrece el disco. Lo sé, sueno como un anciano refunfuñón y en muchos aspectos lo soy, todo tiempo pasado fue peor, decía Sabato y tenía toda la razón, pero la calidad del sonido ha decaído considerablemente y tenía que decirlo.   

Música para meditar, cuando menos así comienza, el disco te toma de sorpresa y por momentos te saca de onda, con esos cambios bruscos, la transición entre Going Home y A1-Funk, es cuando menos bastante abrupta. La música es una constante transmutación, evoluciona, emula la inestabilidad del mundo; es un estado de ánimo y Santana estaba en busca del algo más. No son las drogas ni la fama ni el estilo de vida, la música es una manera de percibir y concebir la realidad, le da cuerpo, la moldea; es un reflejo de tu alma, de tu ser, de tu aura, o cómo lo quieras llamar. Somos algo más que una mera etiqueta vacía: alma, vida y corazón; nos volcamos al pasado y es complicado asumir lo tonto que fuimos o lo ridículamente cursi que fue escribir ese poema y leerlo en esos bares bohemios. Muchos artistas refutan sus obras de juventud, y Santana ansiaba rebasar el estereotipo.

El Lotus es un concepto, es un estado de transe, en cual dejas el envoltorio corporal y te sumerges en la experiencia extrasensorial. Son los setentas, hoy el mundo gira y se consolida sobre otros conceptos: el frenesí de lo cotidiano, la inmensa cantidad de información que es necesario procesar; trivialidades, nimiedades, exabruptos. Tengo una relación muy peculiar con Santana y con la música, necesito ese influjo para sentirme vivo, para seguir por mi camino sin tropezar, me ayuda a focalizar mi atención y me libera del peso de la existencia. Y Santana siempre será parte de mi adolescencia, de la colección de discos de mi padre, de ese mundo que lentamente exploraba. Me sentía fascinado y cautivado por cada hallazgo. La vida me sigue sorprendiendo, y este disco sonaba mientras leía a Boris Vian, La espuma de los días, otra de esas experiencias que te cambian la vida. 

Santana tuvo su segundo aire, y el Supernatural sigue fresco en al memoria, el Lotus es parte de una etapa olvidada, un disco excepcional, que muestra todo el poder de la banda, con ese sonido fluyendo por los cuatro canales; los teclados ocupan los dos canales frontales, la percusión los de atrás, la batería y la guitarra se sitúan en el medio. Es ruidoso, una saturación sensorial; el final de Castillos de Arena Parte 1, es caótico, es un punto medio entre la furia del Metal y la libertad que otorga el Jazz. Free Angela, es un regreso a ese funk poco convencional, que Miles Davis exploraba en su fase eléctrica; la candencia va disminuyendo para convertirse en una de las poco recordadas canciones de José “Chepito” Áreas, Samba de Sauselito, que contiene a su vez una hermosa improvisación, en la cual se complementan muy bien los teclados de Tom Coster y Richard Kermode

En medio hay también canciones de la primera etapa, canciones nuevas, y mucha violencia; el segundo disco, abre con todo el poder de la mezcla cuadrafónica; Mantra tiene una estructura libre y es uno de los momentos más interesantes del disco, jazz-rock demencial. Es caótico, pero la banda sabe lo que hace, sabe por donde ir; es muy diferente de la manera como Miles Davis construía sus movimientos, dejando atónito a mucha gente. Aquí Santana es un hijo espiritual de la Mahavishnu Orchestra y vuelve a su formato original: la libre expresión del artista, sin la necesidad de encajar en formatos o producir éxitos; sentir la música y transmitir una emoción, ahí radica la cuestión. Yo diría que es su mejor etapa y probablemente, este sea uno de lo mejores discos en vivo, y Santana tiene harto material guardado en sus bóvedas; sabemos que las cintas existen, pero el guitarrista no tiene ningún interés en revivir su pasado, goza de muy buena popularidad y ha sacado discos muy interesantes, en años recientes.

Un músico también tiene que pagar cuentas; suavizar la imagen o el sonido, es una práctica muy habitual, la moraleja es ganar cuanto puedas para alcanzar tu libertad, así lo dijo Manu Chao. Muchos artistas viven de su legado y pese a todo Santana sigue siendo una fuerza creativa, sigue coqueteando con el jazz. Y ahora es momento de disfrutar, una copa de vino y quizás algo más. 

   

 

 

 

Sobre George

Politólogo, melómano, escritor...

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