Yaohuehuetl / Tlatzintilli (Guerra / El Quinto Sol)
Esto está cargado de mitología mesoamericana, solo por eso vale la pena mencionarlo. La canción introductoria es un llamado a la guerra, son los rituales que apaciguaban la sed de sangre de los dioses. No tengo conocimientos claros al respecto, solo recuerdos difusos de un diccionario de mitología. Y para dar un poco de contexto, este el proyecto alterno de Brian Ortiz, guitarrista de Xibalba, esa banda californiana que tiene una notable carga mexicana. Religioso y profano, resume el legado chicano y lo vuelve metal. Es muy interesante lo que hacen con las percusiones, es música tribal; el silbato de la muerte, que ahora se lo compra en cualquier bazar de chuchería, genera un sonido muy peculiar. Y pensar que lo utilizan para hacer bromas pesadas, por lo menos esos son los videos que suelo ver, aquí es parte del sonido y está muy bien logrado. Después irrumpe la violencia, los pasos de la muerte.
Tlazcaltiliztli (Alimentado el Fuego y Sol con Sangre)
Es casi imposible describir, la fuerza colosal de esos fraseos; los relatos mitológicos de todas las civilizaciones, son una glorificación a la violencia y el caos, qué mejor manera que expresarlos con la brutalidad del death metal y la fuerza devastadora del doom. Las voces son extraordinarias, es un canto gutural profundo, es el rugido de los dioses y le da un toque épico al disco. Sangre piden los dioses y sangre ofrecen los hombres. El mundo es un lugar violento, pensamos que reina la armonía y equilibrio, es un burdo relato humano, que intenta esconder o cuando menos mitigar nuestra cruel esencia primitiva. No hay dios misericordioso, solo prevalece un ente retorcido que se nutre de las muertes violentas. Tenochtitlan, la hermosa capital del imperio, con sus enormes monumentos de piedra cubiertos de sangre y en las capitales europeas, los cadáveres se amontonaban en las esquinas, imposible soportar el hedor. Hoy condenamos toda forma de violencia, pero ni bien se presenta la ocasión, soltamos todo nuestro instinto asesino.
Eltequi (La Extracción del Corazón)
No puedo negar que tiene un carisma peculiar el hecho que los títulos estén escritos en nahual, al igual que la letra de esta canción. Todo ese enfoque tribal es igual de cautivador y la imagen que todos conservamos de la cultura azteca es el corazón sangriento latiendo en las manos del sacerdote. Cada tribu, cada pueblo, cada civilización, tiene sus propios rituales de sangre. En un tiempo que ya parece muy distante, cuando el internet, todavía era un espacio sin reglas, me era usual toparme con videos de una violencia extrema, ajuste de cuentas, accidentes de tránsito, suicidios; en su momento todos vimos el video de Daniel Pearl, decapitado por una facción extremista islámica. Pero también circulaban videos de rituales tribales que fácilmente le podían revolver las tripas a cualquiera. Los que somos un poquito mayores, recordamos esos documentales violentos que saciaban nuestra necesidad de morbo, y circulaban insistentemente en la televisión abierta. Tampoco es una casualidad que la crónica roja, sea la sección más leída en los periódicos. Es nuestra naturaleza, nos entretiene ese espectáculo.
Ohtlatocopailcahualuztli (La Marcha hacia el Vacío)
La guerra es algo muy usual en los primates, cuando se desata, la voluntad es destruir por completo a la facción rival, humillarla por completo. Los chimpancés utilizan los huesos de sus enemigos como armas de guerra, y los homos sapiens, no están muy lejos, solo que nuestra especie se lanza a la guerra por razones esotéricas, tienes que cumplir la voluntad de los dioses. Los pueblos de América fueron devastados bajo esa premisa; es lo que alimenta una necesidad de venganza, hacer justicia, eliminar al foráneo, al invasor; el conquistador. Caminando hacia el vacío para reclamar un lugar junto a los dioses. Y esto es la personificación de la devastación, la consagración de nuestros mitos, de nuestros relatos de guerra, las acciones heroicas de un pueblo que se regocija con la muerte y el dolor. Hemos sufrido y sufriremos, pero terminaremos por corroer cualquier vestigio de misericordia. Nuestra victoria culmina en una ofrenda.
Tlamanalli (La Ofrenda)
La sangre del vencido, su corazón palpitante, la mueca de terror, el rostro del triunfo y la consagración. Es la unidad de un pueblo, es la nación, es el poder, es la justicia y los dioses calman su ira. Es el ritual, el sacrificio, la venganza y la satisfacción de contemplar el cadáver mutilado de tu enemigo. Salvaje es el rostro de dios y ahora nos ofendemos por todo y nada, es la vanidad de nuestra civilización que pretende ser mejor que todas las demás, cuando en realidad plantea y promueve el mismo espectáculo de sangre. Hay más censura, tal vez más discreción, pero quien busca encuentra y tendrá la posibilidad de saciar sus fantasías más retorcidas y lo que ansiamos es infligir dolor; nos causa gracia y nos llena de júbilo. Nada más entretenido que ver a una persona humillada, nada mejor que los golpes para entretener a las masas, nada más usual que exaltarnos con las atrocidades.
Yaotiacahuanetzli (La Sangre del Guerrero)
Ceremonias de muerte; el vencido reducido al rango de objeto, ahora es un esclavo, tiraremos de su cadena, castigaremos cualquier insubordinación y en su cuerpo llevará las huellas de la derrota. No queda claro si otras especies disfrutan del dolor, nosotros hemos construido monumentos que lo glorifican. Comerte al desvalido es un acto de supervivencia, ver como lo destruyen, como le infligen los peores castigos, es una fascinación humana. Diversión sin límites, los rumores lejanos de un contenido tan salvajemente cruel que todos quieren acceder a él. Somos la sangre, el tormento, la ira de los dioses, somos la venganza, el fuego y el terror. Nos cautivan esos relatos, asesinatos crueles y queremos saber cada detalle, por más nauseabundo que sea. Este disco, rescata la mitología indígena y toda esa fuerza vindicativa, porque es pura furia y rencor. Si tienes la oportunidad lo harás, descargarás todo tu odio en esa persona que representa todo lo contrario a lo que intentas creer. No somos tan diferentes, somos criaturas espurias, por ello y por muchas razones más, este disco ahora forma parte de mi imaginario.
2022 es un año extraño en el cual simulamos normalidad.
Genial revisión. Qué poderosas imágenes que tienes el poder de evocar, Jorge. Felicitaciones.