Pantera – Reinventing the Steel (2000)

Pantera-Reinventing the Steel

Reinventing the Steel

Rodábamos por el sucio piso del departamento.

Yo trataba de meterle los dedos en los ojos mientras mi amigo balbuceaba frases incoherentes, que sumado al hecho que tiene un acento bastante pronunciado, no ayudaba en nada a la situación. Todo había comenzado unas horas antes, cuando todavía no habíamos ingerido cantidades industriales de alcohol, cuando de repente mi compañero me mencionó que no le agradaba el disco Reinventing the Steel de Pantera. Logré mantener mi compostura y preguntarle porque tenía tan despreciable y reprochable apreciación de tan magnánima obra de la banda tejana, a lo que respondió tranquilamente Es un disco que no me conviene… Yesterday Don’t Mean Shit sonaba de fondo mientras yo escuchaba las injurias que profería este ser abominable.

Pantera-VinniePaul

Vinnie Paul

Para dar algo de contexto, Revolution is My Name, el quinto tema del disco, fue la primera canción que había escuchado de la banda, y fue una de mis introducciones al mundo del jebi metal, cuando aún no había perdido mi virginidad y la palma de mi mano derecha desarrollaba rápida y sistemáticamente una capa callosa. El disco había dejado una marca indeleble en mi subconsciente y en mi aparato reproductor masculino.

Es así que las críticas proferidas por mi camarada hacia el noveno y último disco de la banda no eran bienvenidas en mi subconsciente post-adolescente. El departamento que compartíamos en la calle San Martín se convertía en una cantina, no de manera literal pero si figurativa, varias veces a la semana durante esos años. El lugar tenia ¡hasta una barra! La cual ocupábamos religiosamente para exclusivamente dos cosas y solo esas dos cosas: comer y alcoholizarnos… y bueno una vez para dormir, cuando mi compañero desmayado por la ingesta excesiva de bebidas espirituosas desfalleció sobre dicha madera, pero esa es una historia para otro momento.

Pantera-PhilAnselmo

Phil Anselmo

Mientras yo seguía discutiendo sobre lo brutal que era el sonido de la guitarra de Dimebag Darrell, y como el compartir un solo de guitarra con Kerry King de Slayer en Goddamn Electric sumaban puntos a la producción del disco, mi compañero me relataba como había visto a Pantera en vivo en Chile en el año 97. Esto solo acrecentaba mí ya exacerbante indignación. Se muy bien que ese disco fue hecho como a medias porque al principio de los 2000, prácticamente ya no existía como una banda, Phil Anselmo compuso las letras en su casa de Nueva Orleans separado de los demás miembros, y el olor a separación impregnaba la casa como olor de chorizo en día de asado; pero aun así la producción del long play es impecable en cuanto a sonido y performance. Una guitarra clara y crujiente, un bajo sucio pero compacto en su lugar, la batería que llena todos los espacios necesarios, todo provoca como resultado una erección auditiva en todos los oyentes (si, hasta en las de sexo femenino).

De vuelta en el departamento el día dio paso a la noche, y los ríos de cerveza, ginebra y vino en caja proseguían su cause hacia nuestros intestinos y próstatas. Ya avanzadas las horas y ya habiendo vaciado nuestro arsenal etílico, tuvimos que, finalmente, reconocer que era hora de terminar con la tertulia. Pero mi compañero, con arrojo y valentía, propuso tomar nuestras motocicletas y recorrer las calles de la ciudad en busca de una cervecita más. Dichas palabras, entonadas de una manera tan valerosa, llenas de convicción, sumados al hecho que yo ya tenía la tripa abierta, dieron por resultado que aceptara inmediatamente. No sabía a lo que me estaba metiendo.

Pantera-Reinventing_The_Steel_Inlay

Pantera (2000) foto promocional

A duras penas montamos las motocicletas, yo podría haber subido a un triciclo y no haber notado la diferencia. Juntos, zigzagueando y peligrosamente felices, atormentamos las iluminadas y cuasi desiertas calles de nuestro barrio, para luego separarnos. Esto ya estaba convenido de antemano cuando mi compañero, mirándome con los ojos inyectados de ginebra, me dijo nos vemos en la Refinor weon fome, y desapareció en el horizonte. Se refería a la estación de servicio que vende alcohol y se encuentra a unos 10 minutos de nuestro barrio. Yo pretendía seguir las instrucciones, seguir las etílicas instrucciones, pero el destino, y las fuerzas del orden tenían otros planes para mí. Mientras tarareaba el estribillo de We’ll Grind That Axe For a Long Time en el horizonte se asomaban las lúgubres y funestas luces de un control policial.

A la mierda la última cervecita. Antes de saberlo mi motocicleta se encontraba en la parte de atrás de una camioneta de la policía, yo acompañaba a una agente en una patrulla tratando de responder de manera coherente a sus indagaciones, que sinceramente sonaban a ruido de estática de una tele sin antena. Este parecía ser el fin, ya podía ver como se desarrollaría este penoso capitulo de mi vida: multa, papeleo, vergüenza, sobriedad. Todo era horripilante.

Mientras trataba de no vomitar dentro de la patrulla que me escoltaba a un calabozo, la providencia se hizo presente. De la radio se escuchaba el reporte de algún crimen que necesitaba asistencia urgente, un apuñalamiento o alguien fornicando en frente de la catedral, quien lo sabría. El hecho era que, mi atrofiado ser se había convertido en un estorbo para estos oficiales ¡Oh delicioso destino, dulce secuencia de eventos! A regañadientes desmontaron la motocicleta de la patrulla y desmontaron mi alcoholizado trasero de la parte trasera del auto. Depositaron mi vehículo de dos ruedas en un parqueo pago y me instruyeron que fuera a recogerla al día siguiente, sintiendo que pagar el parking de toda una noche era pena suficiente… ¡ingenuos! No habían pasado treinta segundos de haber partido la patrulla, que ya me había metido al parking sin que el sereno se diera cuenta.

Pantera-DimmebagDarrell

Dimmebag Darrell

No me habían quitado la llave de la motocicleta… craso error. Saboreando la victoria y de vuelta tarareando “It Makes them Disapear”, me dirigí hacia la seguridad del departamento, a sus arrulladoras paredes, sus platos sucios y su baño sin destrancar. Ya sintiéndome a salvo pero no menos sobrio esperé encontrarme con mi desaparecido compañero, que al revisar mi celular, me había telefoneado insistentemente todo este tiempo, pero yo en el ajetreo no había caído en cuenta de ello.

La puerta se abrió violentamente y allí estaba él, grande, gordo, y totalmente borracho. Yo del otro lado, solo atine a sacarle el dedo del medio. Weon conshatumare me tenias preocupao gritó, mientras se abalanzaba sobre mi con toda su cataclísmica y tufienta humanidad. La batalla había dado inicio y del diminuto parlante de mi celular sonaba a todo dar “Ill Cast a Shadow”. 

Sobre Marcos

Nacido en Tarija-Bolivia, radicado en Paris-Francia. Productor, músico y compositor. Melómano y antropólogo de profesión.

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