El 15 de marzo de 1976 Ian Paice y Jon Lord, tras bastidores, tomaron la decisión irrevocable de ponerle un punto final a Deep Purple. Coverdale estuvo de acuerdo, Hughes se enteró unas semanas después, ya consumado el hecho, y Bolin falleció de una sobredosis en diciembre de ese mismo año. De la banda no quedó nada.
El vínculo musical entre Lord y Paice era muy fuerte, habían trabajado juntos los últimos ocho años, fue idea del baterista conservar esa estructura, aunque dándole un giro al sonido, evocando a las grandes bandas de jazz. También fue su idea incorporar a Tony Ashton; tener a dos tecladistas en una misma banda, le pareció un poco raro a Jon Lord, pero podía funcionar, Ashton tenía mucho carisma. Tras sendas deliberaciones y audiciones, incorporaron a Bernie Marsden como guitarrista y a Paul Martínez como bajista. En septiembre de 1976 en el legendario Musicland Studios en Múnich, junto con unas coristas bien lindas (las hermanitas McKinley), una sólida sección de vientos (trompetas, saxofones y otras vainas) y Martin Birch en la consola, grabaron el primer y único disco de Paice Ashton Lord (PAL, para los amigos): Malice in Wonderland.
Con un sonido que dista mucho del Purple clásico, el disco tuvo un éxito moderado en el mercado británico. En una idea que vengo desarrollando desde hace algún tiempo, me parece bastante curioso, que todos los proyectos púrpuras tengan un sonido medio funky; es la época, muchos discos tienen ese sonido, todos buscaban un éxito, olvidando sus raíces. La música expresa un estado de ánimo, y por eso este disco tiene un sonido plano, trata de encajar en una moda, aunque tiene muy buenos momentos. El álbum cuenta con una estructura narrativa muy rara, son las remembranzas de un borracho. Si Gillan era un desastre, Ashton lo lleva a otro nivel. Ghost Story, es una de las canciones más sólidas del disco, los teclados de Ashton dominan y la canción cobra fuerza cuando entran los vientos, Martinez hace un excelente trabajo en el bajo, cabe señalarlo y por qué no elogiarlo. La narrativa es un poco ingenua, pero la canción funciona muy bien, aunque aquí Paice se controla y le baja a la cadencia de su interpretación, volviendo a sus raíces jazzeras.
Remember the Good Times, tiene un sonido muy similar al de los Bee Gees y eso me desconcierta y me desestabiliza, un poco, la canción no es mala, es casi bailable y los coros tienen un rol preponderante, incluyendo la voz de Bernie Marsden, muy habilidoso al momento de generar melodías. Es una canción entretenida, suena mucho mejor de lo que yo recordaba. Descubrí este disco, más o menos el 2002, justo cuando fue reeditado, en ese momento algo no me terminaba de convencer, creo que era mi puritanismo al sonido púrpura, o lo que yo creía que era ese sonido. Mientras que el Reino Unido estaba siendo asolado por el punk, los Purple andaban bailando con algo de funk, algo de eso es disonante o discordante, desconcertante cuando menos. El rock, fue solo una casualidad, una corriente, o fue algo más. Pop o innovación, qué diablos eran en el fondo o cómo los podemos catalogar. Complicado es el debate de formas.
Arabella (Oh Tell Me), seguimos en el funk, con solo de saxofón incluido, hasta podría ser la banda sonora de una película erótica, de esas italianas de finales de los setenta, que muestran mucho y sugieren poco. Es el sonido que nunca logró progresar y del cual salió toda la movida disco. Bueno la verdad es que no escucho muchas bandas de funk, hoy en día, creo que ahora tienen más fuerza en el fondo. Esto es un poquito meloso, pero jala y suena bien.
Silas & Jerome es una canción más rockera, y fue incluida en el concierto tributo a Jon Lord, sus teclados suenan con más fuerza; tiene una historia divertida, de esos desencuentros de amor que nos pasan a todos, son las desventuras de un rockero. Es uno de los mejores momentos del disco y es una canción que pudo funcionar muy bien en vivo. La banda no duró mucho tiempo; programaron una gira, pero los boletos no se vendieron, finalmente tocaron cinco fechas en el Reino Unido, incluyendo una presentación para la BBC, eso fue todo. Ashton no se sentía muy cómodo liderando una banda de rock, lo sacaron de su zona de confort. Bebía para no sentirse nervioso y el resultado fue desastroso. En un concierto en Londres, Ashton, ebrio hasta las patas se cayó del escenario fracturándose una pierna, el incidente lo hizo reconsiderar su lugar en la banda.
Dance With Me Baby, tiene algo del sonido que Purple comenzó a trabajar en el Burn y que luego Whitesnake desarrollará, ya con Lord en los teclados, para el Ready an’ Willing. Siempre con su dosis de humor, ligeramente parecido al estilo de Gillan, la canción tiene ese atractivo. El disco no fue bien recibido; la única banda que tuvo un atisbo de éxito fue Rainbow y su viraje hacia el pop sigue dividiendo a los fans. PAL, comenzó a trabajar un disco el 77, grabaron ocho canciones, creo, las que justamente fueron incorporadas a la edición del 2001, en el mismo estilo, en el mismo formato, pero nunca llegaron a terminar el disco. Ashton volvió al cómodo anonimato mientras que Lord, Marsden y luego Paice, se unieron a Whitesnake.
On the Road Again, Again, igual tiene algo de Whitesnake, un poco caótico en el fondo, finalmente una parte importante de la banda que lidera David Coverdale se gesta aquí. Marsden es también un gran compositor y luego reciclará estas ideas haciendo dupla con Micky Moody. Todo es parte de un continuum musical bastante raro que yo no comprendía a cabalidad. Ahora lo aprecio más, la edición del 2019, tiene el mismo sonido que la del 2001, aunque en este caso omiten las canciones bonus, lo que le da un acabado más cristalino, cuando menos esa es mi impresión. Tal parece que una versión del segundo disco está en progreso, en el marco de las reediciones del catálogo de Jon Lord. Sea dicho de paso, tiene un bonito packing, aunque las ediciones digipack no me gustan, pues se degradan con mucha facilidad.
Sneaky Private Lee, es un regreso al blues, al sonido que apreció más, Paice y Martinez hacen un gran trabajo y Marsden se luce tocando el instrumento del diablo, el que le fue heredado a Robert Johnson: la slide guitare. Aunque algo de la canción me suena medio raro, es también un gran momento y también pudo funcionar muy bien en vivo, al parecer hay registros, el que disponemos es el concierto que dieron para la BBC, el cual disfruté mucho y entusiasmado volví a escuchar todo esto; el mismo fue reeditado en DVD y vale la pena chequearlo, es toda una experiencia, con todos esos teclados y las gesticulaciones de Ashton, es una brillante puesta en escena.
I’m Gonna Stop Drinking, Again, es el momento emotivo, una de las canciones que también fue incorporada al concierto tributo a Jon Lord y muestra muy bien los demonios de Ashton; el alcohol es una droga altamente adictiva, caer es muy fácil, salir es casi imposible. Es una tentación latente, beber hasta perder el control, hasta desfallecer, sumirse en el placer eterno; la vacuidad. Qué más queda después de todo, es la única manera de luchar contra la soledad. En el fondo lo sabemos, como dice esa cueca, solo estamos y solo moriremos, el alcohol es solo un paliativo.
Malice in Wonderland cierra el disco, una canción bastante movida, mostrando los dos lados de la borrachera: la fiesta siempre presente y la depresión que le sigue. Los teclados hacen un gran trabajo sin duda, y es el aspecto que más destaco del disco, aquí está el germen del estilo que Lord seguirá utilizando en Whitesnake y Paice en el fondo preciso y calmado, aunque con sus breves momentos de furia. El único reproche que le puedo hacer a la canción es que termina en un fade, justo cuando el solo de teclado se estaba descontrolando; por eso, esta banda había que escucharla en vivo, aunque en el concierto de la BBC, Ashton está claramente intoxicado, da un gran show. Lord, todo un caballero y profesional, y Ashton que apenas se puede mantener en pie, es claro por qué no funcionó. Será un disco raro, y sin embargo lo disfruté, tal vez demasiado.
Las observaciones que destacas están llenas de mérito y perspicacia. Sin embargo, considero que se echa a faltar un único punto en la penetrante reseña y es que, la voz de Tony Ashton no se ajusta en absoluto al papel de cantante principal. Carece de rango vocal, y su desempeño vocal acaba siendo plano y tedioso. Aunque este estilo de canto ya había sido explorado por otros artistas, con Ashton no funciona, pues en su voz no hay personalidad ni fuerza.