En estos momentos, en los cuales mis nervios están de punta, y tengo ganas de desconectarme y esperar pacientemente a que el mundo se acabe, la música me procura cierto sosiego y como soy una persona obsesiva, esta vez me centro en la vasta familia púrpura. Sin un orden particular, estos son los discos que vengo escuchando, las últimas semanas.
Gillan – Glory Road (1980)
Sexto disco del vocalista en su aventura como solista, al igual que el anterior, el Mr. Universe, tiene un sonido familiar, similar a Deep Purple, reavivando viejas pasiones y la casi necesidad de la reunión del legendario Mk II. Mientras Rainbow colapsaba presa de la popería, Gillan comenzó a liderar los principales festivales en Europa. De los mejores discos que tiene en sus ya sesenta años de trayectoria.
Rainbow – Rising (1976)
Tal vez es el primer disco de power, por lo menos el ideario y la estructura ya están ahí; en todo caso es una pieza crucial en la consolidación de metal; segundo disco en la fértil colaboración entre Dio y Blackmore, tiene un sonido mucho más crudo que el anterior. Este disco combinado con la fuerza de Gillan, muestran todo el poder y potencial del Mk II.
Whitesnake – Ready an’ Willing (1980)
Mr. Coverdale lentamente alcanzando la gloria, y este es el mejor disco de la etapa clásica de la banda, luego vendrán las peleas, los despidos y el viraje hacia el glam. Prefiero el blues y su etapa posterior que combina bien el sonido de ambas etapas. Gran disco, extraordinario trabajo vocal, Lord en los teclados y Paice golpeando los tambores.
Jon Lord – Sarabande (1976)
Le tengo mucho cariño a este disco, y me sigue doliendo la muerte de Jon Lord, aquí estamos en otro ideario musical, que también es parte de sonido clásico de Deep Purple, en todas las formaciones en las que participó. Lord es un compositor innato y en 2002 se retiró de Deep Purple para avocarse a su formación clásica, es un director de orquestra, es su medio natural y este es uno de sus mejores discos.
Glenn Hughes – L.A. Blues Authority Volume II (1992)
Este es un disco muy inusual, es el segundo álbum del bajista, y el segundo volumen de una serie en tributo al blues. Después de una década enterrado en montañas de cocaína y algunas colaboraciones con Tony Iommi, Pat Thrall y Gary Moore, Hughes retoma su carrera solista con una fuerza inusitada y desde entonces no ha parado. Un gran compositor, un gran vocalista y este disco lo disfruto en demasía. Ahora es una verdadera rareza, pues nunca fue reeditado, aunque está disponible en las plataformas streaming.
Black Country Communion (2010)
Hughes, en su segundo aire, acompañado por Joe Bonamassa, Derek Sherinian y Jason Boham, publican uno de los mejores discos de rock de los años dos mil. Un sonido clásico pero muy contemporáneo en plena oleada retro, que recupera lo mejor de los años setenta. Es el disco ideal para ser feliz en estos momentos locos, cuando la nostalgia se impone.
Blackmore’s Night – Shadow of the Moon (1997)
De todos los proyectos púrpuras este es el más extraño, y es la banda más longeva del guitarrista, Blackmore encontró su equilibrio, haciendo dupla con su esposa, es el proyecto que más disfruta. Finalmente encontró su sonido y se aleja por completo de las furias de antaño. Es un buen disco, una vez digerido el impacto inicial.
Son momentos muy complicados: pandemia, guerra comercial, recesión económica, y como si fuera poco, elecciones, y por tanto crisis política y social, en este país absurdo. Pero la música sigue y en las ruinas humeantes de la humanidad, lo único que resalta es el arte… esta es la música que me tranquiliza, porque esperanza ya no tenemos.