De las coquetas calles de Estocolmo, llega esta banda, un tanto calada a la antigua, con ese sonido casi convencional, en el black. Unas notas con un instrumento de viento, que lo sitúan directamente en el folk y luego el granizo, como suele describirlo el Machi. Ese sonido crudo, casi primitivo, esos rasgos saturados, aunque melódicos en el fondo, y la batería salvaje en esa cadencia sobrehumana. Es música ideal, para ponerte tu traje y tu linda corbata, conducir hasta la oficina y carajear a cualquier individuo que oficie de pelotudo. Siempre me imagino un campo de guerra desolado y en medio un tipo gritando, es el dolor, es la gloria, es lo épico; el relato heroico que sustenta a una nación. Call of Ægir, vaya forma de empezar el disco.
Svartr Sól, tiene un comienzo más interesante; un náufrago, como Odiseo, vagando en la vastedad, después de la gloria, de la matanza, los miembros mutilados, qué queda, solo la sangre en tus manos ¿acaso es posible reasumir tus labores cotidianas, tu vida civil, honesto y honrado padre de familia? Héroe de la nación, verdugo de los infieles. Gloria y horror, es solo un punto de vista. Con esto, sonando en tus audífonos, te crees invencible. Mi vida de docente nómada, largos trayectos en minibuses destartalados, con niños molestos, maleducados y cochinos; hasta me vomitaron encima. Pero lo podía soportar, y la música, este tipo de música, me da fuerza y podía rebasar cualquier vejamen. Recuerdo las calles polvorientas, el hedor a cerveza, la mirada boba de mis estudiantes y yo hablando disparates. Tantos años, tantos recuerdos, tanta música y por eso vuelvo al black, está intrínsecamente ligado a un momento de mi vida.
The Great Flame Rise, es heroico, la cabalgata a la victoria; la cabalgata de la muerte, la expansión del nacionalismo. Tierra de libertad, de héroes y mártires. Narrativas burdas; el ideal o lo ideología, solo eres un peón. Un esbirro del poder. Aunque tal vez se trate de la canción más intrascendente del disco. Un franco contraste con Windows Everywhere, que es una verdadera bestialidad. La cabalgata al infierno; es una de las canciones más interesantes del disco, tiene una progresión diferente; cambios bruscos, momentos muy melódicos y esa furia que tanto me atrae, esa locura caótica que le da sentido a mi propia existencia, esa fuerza primordial; los rostros de la maldad. No hay muchas salidas, puedes asumir que todo podría mejorar o puedes encarar la vida con cierto cinismo y mucha frialdad. Ya no es tiempo de utopías; las crisis siempre sacan a flote lo peor de la humanidad y estaremos dispuestos a destazarnos los unos a los otros si así lo dispone el profeta. El festín de carne, las glorias de Baco.
El disco no tiene muchas sorpresas, es crudo y nada más podríamos esperar del género; tengo una estrecha relación con el black, la desolación del altiplano, el viento frío; la basura acumulándose a los bordes del camino. La fiesta del pueblo, mientras los niños y los perros buscan restos de comida. Ahí recién lo entendí; somos ese pueblo intoxicado por el alcohol, bailando morenadas, subsistiendo día a día, buscando responsables de nuestras desdichas, porque es cómodo echarle la culpa a alguien más. El álbum cierra con Fimm þrír Sex Fimbul Dauði, y probablemente sea la mejor canción. Rituales satánicos de sangre y lujuria; tormento y terror. La fuerza incólume de la devoción, cantando se van nuestras penas. Recuerdo mi vida, como si fuera un sueño. Y en el black, disfruto más, ese componente melódico. Todo ha cambiado, la música es un constante.