Empecemos el año, a ver cómo nos va… Para iniciar, un disco que llega del sello Edged Circled Productions de Noruega, el mismo que tiene en su cobijo excelentes bandas como Inculter y Sepulcher entre otras, y que viene sacando tremendos trabajos de thrash con tintes black de mucha calidad. En este caso, una banda proveniente de Valparaíso, Chile, que ya cuenta en su haber un par de demos y un anterior trabajo titulado Intemperance del 2017.
Demoniac, en todo su filoso black/thrash, posee guitarras nítidas y ajustadas, solos precisos de Nicolás Young (mención especial para estos, y para la canción The Trap por su excelente particularidad), una sección rítmica de batería y bajo a cargo de Rodrigo Poblete y Vicente Pereira respectivamente, que determinan el ritmo, y se destacan en las dinámicas composiciones del disco; con estructuras jazzeras, pero totalmente thrasheras; y las punzantes voces de Javier Ortiz que vociferan tanto en español como en inglés de manera precisa y descarnada.
Este álbum trasciende el “thrash convencional” y se convierte en una obra llena de música que conserva un grado impresionante de ejecución y altamente gratificante, de metal progresivo, con ganchos memorables y ejecución arrogante; la variedad del disco se evidencia con la adición del clarinete, pero sin comprometer ni una pizca la agresión de sus canciones; como en Extraviado, que funciona muy bien como etéreo interludio.
En So It Goes, Demoniac alcanzó un punto al que solo pocas bandas del género son capaces de alcanzar, inspirado en las bandas clásicas de los 80s, pero realmente moderno, creativo, fresco a la vez, con movimientos arriesgados, ejecución precisa de sus instrumentos, y la suficiente calma para desarrollar sus ideas como ejemplifica la canción So It Goes que dura más de 19 minutos y donde incluyen todo su arsenal. Una banda que con viento a favor, podrá conquistar a las huestes metaleras sin mayor inconveniente.