Cult of Luna – The Ranging River (2021)

The Ranging River

No recuerdo bien cómo ni cuando descubrí a esta banda, en todo caso es algo reciente, quizás fue hace unos siete u ocho años, tal vez más; fue un momento de frenesí musical. Ya quedaron muy lejos los recuerdos del intercambio de discos, hoy tenemos todo al alcance de un clic, pero esta banda creo que es crucial en nuestro imaginario compartido, aquí entre los moradores del Abismo; y recuerdo con claridad, aquella sesión memorable en la cual debatíamos cuál era el mejor disco del 2013, el Vertikal de Cult of Luna o Sunbather de Deafheaven. Desde luego, lo resolvimos a puñetazo y terminé botado en una hamaca, desmayado por el consumo excesivo de alcohol.

Cult of Luna es tal vez una de las bandas más relevantes de la escena contemporánea; en septiembre se cumplen veinte años del primer disco. Ya parece una eternidad, aunque a veces sigo pensando que 1996 fue hace unos diez años atrás. El tiempo es relativo, es una percepción, todo cambia y sin embargo, un aire estático prevalece; las mismas caras en un bar. La pandemia, aunque de este lado del mundo todo parece tan normal, la gente sigue muriendo por decenas, pero eso a nadie parece importarle. El profético a Dawn to Fear, fue una bestialidad, y sigo pensando que el 2019, fue el año pasado, me rehúso a seguir cumpliendo años. 

Cult of Luna Promo Shot © Velv Magazine

Three Bridges comienza con esas notas tétricas, esa atmósfera que crece y nos envuelve hasta que  cobra cuerpo, con un innegable toque electrónico y luego la voz, ya tan familiar, y los teclados, ese sonido tan peculiar. Qué es todo esto, post-hardcore, atmospheric sludge, progressive metal. Es música más allá de cualquier categoría, es un sonido con el cual me siento muy cómodo; “aquí flota mi sangre, este es mi hogar.” Una banda deja una huella, cuando su sonido se vuelve inconfundible, y esto es Cult of Luna

What I Leave Behind; doom sludge, diría yo; me cuesta mucho definir qué diablos es el sludge, aunque es fácil reconocer ese estilo; paradojas perceptivas. Al igual que en el disco anterior, una temática recurrente es el miedo. El poder se alimenta de él, es lo que nos induce a obedecer, estamos sometidos por el miedo; no solo es un problema que emerge con la pandemia, tenemos miedo a un desenlace trágico, la bestia iracunda que desata su ira, el momento del juicio final, el castigo eterno: enfrentar por toda la eternidad lo que más temes. Y aquí las teclas realmente resaltan, es el estilo tan característico de esta banda y cuesta tanto ponerlo en palabras.

Inside of a Dream; algunos tiene la impresión de estar muertos en vida, y a veces la existencia se torna irreal, me veo a mi mismo sosteniendo un teléfono, en un tiempo remoto, en el cual yo mismo dudaba de mi propia existencia. Es también el ciclo de la vida: una llama se apaga y enciende otra; es solo un sueño, la proyección astral de una mente enferma. Y aquí la voz de Mark Lanegan, lo cambia todo; siendo sinceros medio que me sacó de onda, porque no me lo esperaba. Uno se adentra en un disco sin saber nada, es un momento especial, y en las bandas que seguimos siempre uno encuentra algo familiar, como visitar la casa de un amigo, sabes donde está el baño y los interruptores de luz, cuando algo cambia nos perturba. Es un toque disonante en el disco, aunque pertinente.   

I Remember, el tiempo podrá ser relativo pero es inexorable y todos tememos perder algo: tal vez el momento más difícil de sobrellevar, es seguir con nuestro camino, sabiendo que esa persona nunca volverá. A veces cargamos culpa, rencor y remordimiento; el peso del recuerdo. Un detalle, una mirada y las largas noches de insomnio. Cargas tu fardo, tu condena y cuando la vida se convierte en un peso innecesario, la muerte se transmuta en esperanza. No sé si este disco entra en la categoría de EP, son 38 minutos, pero es cierto que es más corto que otros y uno se queda con un ligero sabor a poco. Es una de las mejores bandas, y cada álbum es una experiencia única. 

El disco cierra Wave After Wave; la metáfora del tiempo, es un continuo embate. Yo estoy acostumbrado al silencio, y al encierro. Escucho mis pensamientos, mi voz, mientras escribiendo esto; de esa manera tolero la existencia, la hago más llevadera. A veces quisiera dejarme caer, pero aún “la oscuridad hay una estrella que brilla y nunca morirá”. Yo también escucho un llamado y quisiera entregarme a la noche eterna. Pero aquí estoy, como vengo haciéndolo desde hace mucho tiempo, sentado frente a mi computadora, ordenando palabras, intentando narrar, expresar algo más que esta simple realidad. Qué más podemos decir, Cult of Luna nunca decepciona.

 

Sobre George

Politólogo, melómano, escritor...

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