Wake up and smell the …
Hablar de Carcass, es en cierta medida, hablar de los orígenes de la música extrema. Es hablar y referirnos a los orígenes de una vertiente que, con el devenir del tiempo, llegaría a convertirse en lo que actualmente entendemos como “Death metal”.
Originarios de Liverpool, esta banda ha consagrado su música a la decadencia y a la descomposición de nuestras sociedades modernas. Sociedades corrompidas por el consumismo y marcadas por la degradación de nuestro medio ambiente. En esta ocasión, existe además, una crítica a nuestros hábitos alimentarios de consumo y también hay por ahí, algunas ideas ecologistas, que vienen desde los 80 con el Ken Owen y que siguen siendo parte del imaginario temático y conceptual de la banda.
De bandas del calibre de Carcass, siempre existen grandes expectativas. El Surgical Steel (2013), significó el regreso de la banda, las expectativas eran altísimas y el resultado final, después de todo no fue lo que se esperaba. Y el EP del año pasado, el Despicable, dejó a más de uno con una sensación de preocupación.
En septiembre de este año, apareció este Torn arteries. Obviamente las repercusiones no se dejaron esperar. Hablando con amigos y leyendo algunos reviews, se escuchan cosas como que a este disco le falta fuerza, que la banda ha perdido la esencia, los más audaces comentan que se extrañan los solos épicos y al Amott (¡?) … Yo alucino … el Amott, ¡dejó la banda el 93! Siempre digo lo mismo, Carcass, son y serán el Jeff Walker, Bill Steer y Ken Owen, los demas son circunstanciales (creo que esta es una postura muy de fan, pero ahí estamos).
En lo personal este disco me parece alucinante. Es el mejor disco de Carcass que podríamos esperar en estos tiempos… y creo que mucho más. La verdad creo que el disco terminó superando las expectativas. El disco en general, me parece tan complejo, que me resulta difícil intentar describirlo o analizarlo. En todo caso, esto es algo nuevo. De hecho esto tampoco nos debería sorprender, teniendo en cuenta que Carcass siempre han evolucionado y ningún disco es igual que el anterior.
Sin embargo, creo que el punto de partida para entender el sonido y la esencia del disco es el Bill Steer. El hilo conductor del disco es la viola, son sus riffs. A estas alturas del partido, el Steer es un violero re completo y muy maduro musicalmente hablando. No sé si se podría decir que es un virtuoso, pero nadie discutirá que es un pionero y uno de los violeros vanguardistas dentro del metal. Como dije muchas veces ¿Qué se le puede reclamar a un tipo como el Steer, que ha inventado y reinventado el grindcore, por lo menos dos veces?
Para este disco, la banda, volvió a la formación clásica de trío, como siempre Jeff Walker en las voces y bajo, Bill Steer en las violas y voces y Daniel Wilding en la bata. Es precisamente este último quien nos dejó bastantes pistas sobre este trabajo y en alguna entrevista comentaba que para la grabación del Surgical, los cuatro miembros de ese entonces, entraron al estudio, con una idea de componer material entre todos y así salió el disco, que después de todo no fue del completo agrado del Walker, ni del Steer.
Para esta ocasión, los tres eran conscientes de que la esencia de la música de Carcass pasaba por los riffs del Steer, así que entraron al estudio y dejaron que el hilo conductor sean las violas y, una vez construidos los riffs y la base rítmica, Daniel y el Jeff recién metieron sus partes sobre la estructuras previamente construidas. Y puede que ese sea el punto clave y también explique por qué el Tom Draper no haya entrado a grabar el disco y haya sido relegado solo a violero en vivo.
En términos generales, los riffs y los solos son realmente brutales. Abre el disco la Torn arteries con unos redobles de bata y un riff durísimo. Y ojo que el Walker no ha perdido esa causticidad tan propia y característica. Como curiosidad, el nombre del disco, proviene de un demo que había grabado el Ken Owen, aún mucho antes de Carcass.
Continúan con la Dance of Ixtba que realmente tiene un riff increíble, esto es metal; la Eleanor rigor mortis, capta ese ambiente malsano y pútrido de siempre, empieza con un solo vertiginoso, para pasar a un riff durísimo y bien colgado, que fácilmente nos recuerda a los mejores tiempos del Heartwork y claro, solos del Steer son una cosa inaudita.
La Under the scalpel tiene un riff muy pegadizo y chirriante que por momentos nos hace recuerdo al sonido más actual del Surgical, pero sin perder la virulencia de antaño; la The devil rides out, también tiene un aire más tirado al Surgical, pero hay algo especial, los solos que son una barbaridad, tienen un aire medio flamenco, medio español, difícil de explicar, tendrían que escucharlo ustedes mismos.
Esa intro medio acústica, clásica además, da pie al riff principal, la Flesh ripping sonic torment, es un himno. Uno de los temas que mejor recoge el espíritu pútrido y corrosivo de Carcass. Y nuevamente, escuchando los solos no podemos ignorar o desentendernos de que el Steer es realmente un master, que ha alcanzado una madurez como violero increíble. Ahí están las influencias y alusiones a la época del Reek of Putrefaction. Escuchar cantar al Steer con esa voz gutural ¡sienta tan bien!.
Kelly´s meat emporium es otra carnicería. De verdad que se extrañaba esa bata en plan grindcore, de la mala leche. En este tema en particular, se siente el aporte del Daniel Wilding en la banda. Posiblemente en los dos anteriores trabajos, la bata sonaba muy brutal y técnica, pero muy forzada. Y creo que en este disco por fin el sonido de la bata es más natural, más orgánico y eso es clave, porque pareciera que es precisamente lo que permite que la banda y el disco, respiren.
In god we trust, nos encontramos con el bajo del Walker rockeando a tope. Tiene un aire medio rockandroller, muy en la onda del Swansong. Los solos del Steer son una maravilla. De verdad que no entiendo, cuando dicen que este disco no tiene solos memorables!
La Wake up and smell the Carcass, nos devuelve a las raíces, un riff enfermizo que fácilmente nos puede recordar a la Hepatic tissue fermentation II. Un temón, con uno de los pocos coros que va y vuelve.
The scythe´s remorseless swing cierra el disco de manera notable. Musicalmente es una maravilla, es no más puro feeling… aunque la verdad el riff y la forma de cantar del Walker me hace bastante recuerdo a la Mount of Execution.
Escuchando el disco de corrido, podrán caer en cuenta que casi todo fluye en una misma onda. Casi no existen muchos coros, por lo que prácticamente el disco empieza y no para hasta terminar, de hecho, los cortes marcados son bien contados y casi pasan desapercibidos. Esto me parece llamativo, podríamos entender que efectivamente, el disco fue concebido casi como una sola canción larga, que forma un todo. Un disco bien cohesionado.
Como dato técnico, el disco fue grabado y mezclado por David Castillo, en los Ghost Ward Studios (Stockolm, Suecia) y Masterizado por Jens Bogren en los Fascination Street Studios (Örebro, Suecia). Un intento premeditado por tener un sonido bien contemporáneo. En este caso, la calidad del sonido y la nitidez son increíbles, así que, por ese lado, la apuesta de Carcass por esta producción y por este sonido, valieron la pena.
Finalmente, el artwork, es una obra del diseñador polaco Zbigniew Bielak. Una representación de la degradación y descomposición de la vida orgánica, la putrefacción. En alguna entrevista escuché que el Walker explicaba que el color blanco del arte, representa la muerte en la cultura japonesa y que, de allí, había salido toda la inspiración para el concepto del disco.
En fin, un discazo que no podía dejar pasar. Un disco que vuelve a posicionar a Carcass como una de las bandas más representativas de la escena metalera actual, así que … Wake up, and smell the Carcass!…
Wake up, and smell the Carcass!