Con este año, son 25 años del lanzamiento de este disco. Pareciera que fue ayer cuando llegué a casa con un paquete en mi mochila y lo primero que hice, fue llamar por teléfono a mi primo Roberto De la Q, que vivía al frente y lo único que le dije fue, “Me ha llegado el último de Maiden, subí”.
Recién llegadito, fláman… puse play y nos sentamos frente al equipo para empezar a escuchar el disco. Empezaron a sonar unos cantos gregorianos, no entendíamos nada de lo que pasaba, había que poner un poco más de volumen. ¡La expectativa era grande, era el primer disco con un nuevo vocal… así, la intro fue ganando fuerza, épica a más no poder, ¡hasta que explotó!… el resto ya es historia, aunque haya supuesto un antes y un después.
Para muchos, fans, sobre todo los noventeros, ¡el Fear of the Dark, es el disco! Para muchos de nuestros amigos cercanos, con los que vivimos Maiden en esas épocas, hasta el día de hoy el Fear es la ley y la canción homónima, es un himno que representa a toda una generación. Así empezaban los 90, muchos empezábamos a conocer el metal extremo y Iron Maiden era y seguía siendo no más, una referencia.
Después de la exitosa gira del Fear, que terminó con tres discos en directo lanzados en cuestión de meses durante 1993, el Real Live One, el Real Dead One, más el Live at Donington, que contó con Adrian Smith como invitado estelar para la Running Free, la relación de Bruce Dickinson con el resto de la banda, ya estaba muy deteriorada. La época dorada de Maiden, llegaba a su fin. El primero en abandonar la banda había sido Smith, un golpe duro de superar. La partida del Dickinson fue igual de dura. Maiden estaba en la obligación de reinventarse y el resultado fue el décimo álbum en estudio de la banda: The X Factor.
El Harris venía cargando desde hacía años con casi todo el peso de las composiciones. En el Somewhere y en el Seventh, buena parte de ese peso había caído en el Smith y su partida, a nivel de composición, supuso el primer bache en una discografía casi perfecta, el No Prayer for the Dying (1990), no es un mal disco, tiene un sonido diferente, pero tiene esa espina, el de ser un disco en el que no estaba el Smith y el primero con el Janick Gers.
El Fear, es un disco más dinámico en las composiciones y cargado de energía. Los mismos miembros de la banda, en muchas entrevistas decían que se sentían más rejuvenecidos, que el Gers les había dado un aire de frescura y mucha más energía y creo que esto se siente a lo largo de ese disco. Sin embargo, cuando todo empezaba a ir bien, el Dickinson anunciaba su partida.
La partida del icónico vocalista, dejaba un hueco muy grande de cubrir y el elegido para ocupar este puesto fue Blaze Bayley, quien venía de otra banda londinenese, Wolfsbane, quienes precisamente habían teloneado a Maiden durante la gira del No Prayer. El Blaze no tuvo una estadía sencilla en Maiden, puntos altos que fueron en bajada, la llama se iba apagando y su gravitación fue cada vez más intrascendente, hasta que por último terminó abandonando la banda en condiciones lamentables. Sin embargo, para este disco, su aporte fue significativo.
La opinión respecto a este disco, sigue dividida hasta ahora. Muchos lo amamos, pero también hay mucha gente y muchos fans a los que simplemente no les gusta. Los fans más ochenteros dicen, “no suena a Maiden, y además no está el Dickinson”. Este es el peso que tuvo que cargar el Blaze y el estigma del disco. Para muchos, este es un disco X, valga la redundancia.
Lo que, si es cierto, es que este es otro Maiden. Como decía al principio, hay varios factores que hacen diferente a este disco. Desde el sonido mismo, se siente un ambiente raro, tiene un aire nocturno, no sé cómo explicarlo, pero este no es un disco en el que sientas la luz del sol. En general toda la atmósfera que lo rodea es bien oscura, es un disco sombrío, muy melancólico, en realidad creo que es muy introspectivo. Daba la impresión que cada miembro de la banda llegaba a los Barnyard Studios en Essex, cargando su propia cruz y arrastrando sus fantasmas.
En primer lugar, el cambio más significativo fue el nuevo vocal, el Blaze. Totalmente opuesto al Dickinson, desde la pinta, la forma de moverse en el escenario, pero sobre todo la forma de cantar. El Blaze era un vocal más grave, y no tan chillón como el Dickinson y esto a corto plazo, en la siguiente gira tuvo sus inconvenientes, tuvieron que suprimirse varias canciones clásicas. El Blaze simplemente no llegaba al tono. Sin embargo, en este disco canta a un nivel realmente alto. El Blaze era un excelente vocal. Era el vocal que Maiden necesitaba para ese momento.
Casi de manera inmediata, el Blaze se dedicó a componer, complementándose con el Gers y el Harris a las mil maravillas. Por ejemplo, la Look for the truth, The aftermath, The edge of darkness y la 2 A.M. llevan la firma de los tres. La Lord of the flies y la The Unbeliever, son del Harris y Gers; la Man of the edge Gers y Bayley, mientras que las únicas canciones del Harris son la Sign of the cross, Fortunes of war, Judgement of heaven y la Blood on the world’s hand.
Posiblemente, el hilo conductor o el tema recurrente a lo largo del disco, es la guerra. Si bien este es un tema reiterativo en las letras de Maiden, el Harris siempre las había abordado desde el punto de vista histórico. En esta ocasión, hacia una denuncia de las atrocidades cometidas en Medio Oriente durante la reciente Guerra del Golfo Pérsico. Muchos ya no se acordarán, pero los 90 empezaron con la invasión de Irak a Kuwait, continuo con el ataque y lanzamiento de misiles a Israel y obviamente la intromisión y ofensiva gringa que no se hizo esperar. Se lanzaron miles de misiles y Bagdad fue prácticamente aniquilada, finalmente el líder iraquí Sadam Husein fue ejecutado. Más allá del circo mediático que nos presentaba diariamente CNN, este era un asunto económico, estaba en juego el control de vastos yacimientos de petróleo. Un capítulo oscuro en nuestra historia reciente.
Este disco, también tiene cosas raras musicalmente hablando. La intro y el riff de la Lord of the flies es una cosa loca. Hay detallitos que saltan aquí y allá. La Man on the edge, suena a otra cosa, a un Maiden moderno, mucho más cañero y directo, y la batería es la que hace la diferencia. Y cosa rara, porque este sería el sonido del nuevo Maiden, que escuchamos hasta el día de hoy.
Como vocal, el Blaze tiene cosas magnificas para destacar, como la Sign of the croos, basada en la novela de Umberto Eco, el Nombre de la Rosa, que es un punto altísimo, de entrada. Para mí, personalmente, los puntos altos que me emocionan son la primera parte de la Look for the truth, en la que el Blaze canta increíble, mostrando además que era un vocal de primera y la Edge of darkness, un temón en el que queda claro la versatilidad del Blaze como vocal. La 2 A.M. es el tema más personal del Bayley y fácilmente podemos percibir que, en aquel entonces, no estaba pasando por un buen momento, emocionalmente hablando.
Lo que pocos sabíamos en ese momento, es que el Harris estaba pasando por su infierno personal. La enfermedad de su padre y una depresión que venía desde hace mucho, son cosas que determinan el sonido del disco. Durante mucho tiempo, supimos que el Harris siempre tenía presente la idea de que vendrá después de la muerte. La Judgement of heaven es una confesión con el corazón abierto, con un mensaje positivo y de perseverancia al final. La respuesta estaba en dios y el juicio en el cielo esperaba por él. En la The Unbeliever trata de convencerse de todo ello, aunque con una leve sospecha de que su alma terminará vagando por siempre. Algo que no era ninguna novedad, la Drifter ya iba en esa línea diez años atrás.
Por otro lado, es el primer disco que no cuenta con la producción del eterno Martin Birch. Para esta ocasión, la grabación, mezcla y producción corrió por parte del Steve Harris y de Nigel Green. Creo que este es otro de los factores que explica por qué este disco suena diferente al resto de los anteriores. Hay un cambio sustancial en el sonido de las guitarras y la batería es mucho más clara, es nítida.
Finalmente, en su momento, el artwork también causo cierta controversia, era la primera vez que el arte mostraba a un Eddy lobotomizado, casi diseccionado por una serie de instrumentos muy sofisticados. El artwork era un diseño digital del artista Hugh Syme. ¿Cómo era posible que la portada de un disco de Maiden sea hecha en computadora? Hasta el día de hoy, hay fans que siguen indignados con esta portada.
El arte interno del librito igual es cosa rara, las fotos, los colores, la composición. Es la primera vez que el Harris aparece en primer plano, que quede claro que él es el cerebro conceptual del disco. Otro dato curioso, las ilustraciones y grabados que acompañan al artwork, son bocetos del mismísimo Leonardo Da Vinci.
Un disco rarísimo en la historia de Iron Maiden, un antes y un después. Un disco amado, a veces odiado, o infravalorado por otros simplemente por el hecho de que no era un disco con el Dickinson. Yo lo veo como un disco de los noventa. El mundo de la música había cambiado, había nuevas bandas, nuevos estilos y este disco estaba a la vanguardia, ¡después de todo era Maiden! Los fans más ochenteros de la banda, no entendieron el cambio, y hasta hoy prefieren ignorar este disco, siguen anclados en los 80s (y no solamente con Maiden).
Una de esas anécdotas o cosas que aún me acuerdo, el disco fue lanzado en octubre del 95, por circunstancias de la vida, este disco me llegó a los pocos días, casi recién salido. Uno de mis hermanos y también fan de Maiden, el Diego Loayza, se moría por escuchar el disco, que aún no le había llegado. Al final, terminé prestándole mi disco, hasta que le llegue el suyo y él a cambio me prestó el Haunted de Six Feet Under, que igual, era una rareza que acababa de salir. Como verán, este disco para mi está lleno de recuerdos.
Entre otras cosas, en este disco empecé mi reconciliación con el Gers. Muchísimos años después tuvimos el gusto de ver al Blaze en La Paz y fue increiblemente emotivo escuchar canciones clásicas de su época en Maiden como la Man on the edge. El The X Factor es un disco que llevo muy adentro, parte fundamental en mi vida; no por nada, después de tanto tiempo, este sigue siendo uno de mis discos favoritos de Maiden, por detrás del Piece of Mind y del Seventh Son.
En fin, 25 años del lanzamiento de este disco y creo que era mi deber y además una necesidad escribir esta reseña. No podía dejar que un disco tan emblemático como este pase desapercibido. Un disco que vale la pena volver a escuchar con otros oídos, y les aseguro que, con ese disco, una vez más, Maiden estaban adelantados a su tiempo. Up the Irons!!!
Muy buena reseña querido Dieguex, yo también me acuerdo muy bien cuando salió este disco y no podía creerlo; a mi no me gustó. Es un disco muy atípico y raro y no me terminó de convencer, desde luego, con los años los valoro más y tiene temones, the edge of darkness, eso es colosal. Lo que le falta a Maiden, es una live oficial de este periodo
Excelente, a pesar de ser un fanático del ¨Fear¨ tu reseña me inspiro a volver a escuchar Iron Maiden.
Sigue así … saludos